Columna de Opinión
Observaciones estadounidenses
Ricardo Valverde Sánchez
La elección de Donald Trump en las presidenciales estadounidenses ha suscitado reacciones no antes vistas en la historia reciente de EEUU. Desde mi llegada al Área de la Bahía, que comprende las ciudades de San Francisco, Oakland, Berkeley y San José, se han originado marchas contra el resultado de las elecciones casi a diario, por parte de organizaciones que congregan a minorías negras, hispanas, LBGT, de inmigrantes y ambientalistas, que vislumbran un serio retroceso en materia de derechos humanos individuales y colectivos y ambientales bajo una administración que perciben como “neofascista”.
Dicha elección ha desencadenado dos procesos sociales de forma espontánea y mutuamente excluyentes entre si: por un lado un auge del supremacismo étnico por parte de un sector “blanco” de la sociedad, empoderado por una narrativa confrontativa y reaccionaria (encontrar dentro del gabinete a “personajes” abiertamente matriculados con el conservadurismo religioso y el KKK, no presenta un panorama halagüeño) y por el otro, una creciente articulación de resistencia social por parte de aquellos sectores que consideran que la nueva administración representa una creciente persecución y división social.
En este último sector, se articulan grupos de resistencia como el existente en Dakota del Norte por parte del pueblo Sioux contra la instalación tuberías petroleras en sus territorios, movimientos civiles hispanos y afrodescendientes por los recientes asesinatos a manos de la policía, y las comunidades sexualmente diversas que temen que la ampliación de sus derechos a nivel estatal, se puedan ver anuladas por la nueva configuración de la corte federal norteamericana, más inclinada al conservadurismo.
Los próximos cuatro años serán un termómetro de la confrontación social que se avecina.
