El debate sobre los pesebres en espacios públicos

Diversos medios en idioma español han expresado la victimización de obispos y opinantes católicos ante los rechazos en distintos países, a la instalación de pesebres religiosos en espacios públicos y edificios estatales. La idea de Navidad, si bien constituye una tradición cultural bastante arraigada en Occidente, presenta hoy dos versiones que difieren en sus alcances y prácticas. Una de tipo secular, que coincide con las tradiciones solsticiales de antiguo origen, y otra de tipo especialmente confesional, que dice relación con la idea de nacimiento de Cristo. Ambas absolutamente legítimas y definitivamente coherentes con los derechos de cada cual a practicar y sostener sus creencias individuales.

Sin embargo, no ha sido la práctica religiosa de cada cual y los derechos a sostener creencias, lo que ha provocado distintas acciones judiciales de organizaciones laicas en varios países, sino que la acción de autoridades políticas a imponer su visión religiosa en los espacios públicos y edificios fiscales, instalando pesebres con la reproducción religiosa del nacimiento de quien representa su fe.

Legítimo es que los pesebres estén en las iglesias y en los hogares de los creyentes, pero no en las avenidas y en los edificios públicos, sostenidos con los impuestos de cristianos y no cristianos.

Toda manifestación simbólica de una religión siempre puede ser motivo de agravio para otras religiones. Muchos cristianos se sienten agredidos cuando se presenta un Cristo sufriendo en la cruz, en tanto ellos consideran que es impropio, ya que Cristo resucitó y no debe estar clavado en la cruz, por lo cual presentan en sus templos solo simples cruces para demostrar que allí murió el que luego resucitaría.  Muchos cristianos rechazan tener que aceptar imágenes de la Virgen, madre de Jesús, en sitios públicos, ya que ella no puede ser venerada como si fuera Dios.

Cuando el laicismo sostiene la erradicación de las imágenes religiosas de los espacios públicos, lo que están es afirmando un espacio de convivencia. Sin embargo, contra ello se victimizan quienes han ejercido su hegemonía aprovechando el poder político que gozan, para imponer sus creencias a todos.

Para los sectores tradicionalistas y de clara concepción hegemónica, ello constituye una agresión, como la constituye para los fundamentalistas islámicos la propia celebración de las fiestas navideñas, que han  tenido un dramático episodio en Alemania en días pasados.

Así, por ejemplo, la decisión de la jefa del ayuntamiento madrileño Manuela Carmena de retirar el pesebre con el nacimiento de la Puerta de Alcalá ha provocado que haya sectores tradicionalistas que han llamado a unirse a la lucha contra el laicismo del Ayuntamiento de Madrid. Ayer viernes, la Plataforma Patriótica Millán Astray ha llevado una representación legionariadel nacimiento del niño Jesús a los arcos de la Plaza de la Independencia.

Millán Astray fue un general franquista que ejerció como jefe de la propaganda de esa dictadura, y que protagonizó un sonado debate con Manuel Unamuno, donde gritó en el paraninfo de la Universidad de Salamanca “¡Muera la intelectualidad traidora, viva la muerte!

Esa “plataforma patriótica”, según informa LaGaceta.es ha acudido al Parque del Retiro y a la Puerta de Alcalá para mostrar su apoyo al grito de «¡Viva España!» y «¡Viva la Legión!», ha aprovechado también para reivindicar la figura del General Millán Astray. La vía que lleva su nombre es una de las que Manuela Carmena estaría pretendiendo cambiar su denominación, insinuando que tendría por nombre la de Calle de la Inteligencia.

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, en tanto, ha lamentado que en la actual «sociedad descristianizada se va evaporando el motivo hondo de la Navidad» y, mientras «algunos políticos no saben qué hacer, otros toman medidas que ofenden a los cristianos», sin tener en cuenta que «en una sociedad con profundas raíces cristianas no se puede arrancar sin hacer daño todo lo referente a la fe cristiana» y «asistimos a expresiones de un laicismo radical, que quisiera borrar a Dios del mapa, de la convivencia y de las expresiones culturales”, según consigna Diariocordova.com.

En una carta semanal, Demetrio Fernández ha señalado que dicha actitud supone “una aberración”, pues “a nadie se le obliga a creer y nadie tiene que molestarse porque otros tengan fe. La verdadera aconfesionalidad consiste en admitir a todos, fomentando incluso lo que es de cada uno y de cada grupo en el respeto de la convivencia”. Desde ese punto de vista le parece legítimo imponer sus imágenes religiosas a quienes no las comparten.

Otros sectores en España y Francia, han llamado derechamente a imponer esas imágenes como una forma de reivindicar la naturaleza cultural de Europa, cristiana y católica, en una manifestación simplemente hegemónica frente a la presencia musulmana en las comunidades de migrantes.

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