El freno a la violencia religiosa

El secularismo es la mejor valla de contención para que el dogma del integrismo radical no disponga de sustento dentro de las comunidades cristianas, musulmanas o católicas, dice George Chaya, consultor experto en Oriente Medio, en relaciones internacionales, seguridad y prevención del terrorismo. Es autor de «La Yihad Global, el terrorismo del siglo XXI», entre otros libros. Además, es columnista especializado en Oriente Medio del diario La Razón de Madrid.

En una opinión publicada en Infobae.com (26/12/16), señala que “hoy el secularismo está amenazado como nunca antes por creencias que se fundan en delitos varios como la violencia, el fraude o el pedido permanente y bajo engaño de dinero, pero también por el relativismo occidental sobre un multiculturalismo insustentable, basado en la creencia y el respeto a religiones irrespetuosas de la vida humana.

A su juicio, lo concreto es que políticos y clero occidentales llevan el verbo rápido y las decisiones lentas. Eso es lo que demuestran cuando rotulan de inmorales a los laicos. Ellos no pueden ignorar la libertad de toda persona a creer en lo que desee, pues esto es un derecho supremo que forma parte del fuero íntimo de cada individuo para creer en quien quiera, sin la imposición de nadie.

Muchos dirigentes políticos explotan ese aspecto y la verdad es que lo hacen porque, en primer lugar, son líderes políticos que usan la religión para sus fines primarios y no parecen tener ningún respeto por tergiversar la laicidad para ejecutar egoístamente sus fines.

Para Chaya, laicidad no significa adhesión o negación a la religión, sencillamente significa tener un vínculo mayor con la religión en aquellos que lo desean y menor en quienes no la priorizan. En otras palabras, significa la libertad de escoger o no por la religión, según las personas lo deseen.

El significado real, guste o no a religiosos de cualquier confesión es «otorgar menos poder e influencia a la religión en la organización política y social del Estado», lo cual no cambia la existencia de las personas que se ganan la vida honradamente con el fruto de su propio trabajo. No es más que eso. Tal vez por ello muchos lo consideran como una obra de Satanás sobre la conducta de los seres humanos.

.Lo cierto es que donde quiera que la religión se mezcle con la política es secuestrada por radicales, hay intolerancia, conflicto, violencia, las personas viven menos libres y no hay excusas ante tanta barbarie.

Una sociedad secular, para Chaya, es la valla de contención a la violencia político-religiosa. Por tanto –dice – mal que pese a clérigos cristianos y religiosos judíos proclives a confraternizar sin éxitos visibles con musulmanes, les resultará difícil mantener sus discursos de confraternidad e intercambios pacifistas o decir que el secularismo es la personificación del mal.

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