Uruguay: católicos con tarjeta

Luego de haber valorado la laicidad como signo de la identidad cultural uruguaya, en el “Atrio de los Gentiles”, hace casi catorce meses, el cardenal Sturka ha introducido en el debate uruguayo su rechazo a lo que calificó como “un balde laicista”

Ello ha estimulado el protagonismo de nuevos personajes y desarrollado nuevas acciones de evangelización. En ese contexto, cobra relevancia por estos días el presbítero Pablo Coimbra, ecónomo de la Arquidiócesis de Montevideo, quien ha presentado la flamante tarjeta del Club Católico, a través de su cuenta en www.facebook.com/pabloenrique.coimbraachigar, señalando: «El orquestado plan laicista que se ha gestado prematuramente en el Uruguay, entrometiéndose en todos los órdenes de la vida (social, político, educativo, cultural, familiar, etc.), ha logrado, entre las cosas más positivas, que la Iglesia y el Estado se librasen el uno del otro, para bien de ambos y de todos. Pero, por otro lado, ha conseguido tempranamente lo que mayormente ambicionaba: la descristianización de la sociedad»

La Iglesia fue recluida y confinada a no salir de los templos, a no ser que la incapacidad del Estado laico necesitara mano de obra voluntaria y con vocación para atender los lazaretos, los pobres y los despreciados; la fe fue extirpada de la vida pública y amputada de las aulas toda referencia a la dimensión espiritual. La consecuencia, luego de 100 años de socavamiento, era de esperar: ignorancia y prejuicios”

Aprovechando las condiciones seculares, la Iglesia uruguaya, ha estrenado la tarjeta del Club Católico, que “quiere ser un lugar de identidad, encuentro y pertenencia, así como un instrumento de evangelización y promoción de un cambio cultural. Brindando el aporte al Club Católico estarás ayudando a llevar adelante las tareas del Departamento de Comunicación a través de sus distintos medios y apoyando económicamente a una Parroquia de la Iglesia Católica de Montevideo de tu preferencia», afirman en el lanzamiento de la iniciativa”.

La tarjeta dará descuentos en diversas tiendas (entre 10 y 50%), acreditará para participar en retiros espirituales, peregrinaciones, charlas y eventos, se podrá acceder a cursos de formación a distancia, se tendrán descuentos en todos los productos de la Librería Editorial LEA y en los servicios de la casa de retiros Vianney (Melilla), dará derechos a participar en sorteos, y acceder a una Red de Oración. Los descuentos cubren la más amplia gama de servicios, tales como gastronomía, belleza, artículos para el hogar, educación, veterinarias, entretenimiento y servicio de acompañantes (¿?)

Desde luego, la adhesión al Club no será gratuita, y tendrá un módico costo de $ 200 mensuales, para que muchas personas puedan ser parte de ese distinguido servicio social.

“En general – se lamenta Coimbra – el uruguayo medio, ignora por completo todo lo que refiere a la Iglesia, en el mejor de los casos el conocimiento es apenas superficial: los contenidos de la fe, los aspectos doctrinales, bíblicos, litúrgicos, teológicos, morales y organizativos, las prácticas piadosas e incluso lo vinculado a la acción social que por años viene forjando la Iglesia y que pocos conocen y muchos menos reconocen. Este panorama se ve acentuado por otro factor -además del de la ignorancia- que es consecuencia de aquel: el de los prejuicios.

«El fenómeno religioso y la dimensión espiritual del ser humano, que no se deberían soslayar de ninguna mirada antropológica seria, en el mundo académico e intelectual uruguayo son vigilados bajo sospecha, cuando no, con cierto aire irónico de superación. Es que en la universidad pública, por absurdo que suene, aún se imparte cátedra sobre marxismo, freudianismo y nietzschelismo, no como ideas de un pasado histórico que explican mucho de lo que hoy vivimos y sufrimos, sino como cosa actual, como si nada hubiese evolucionado en el pensamiento humano en 150 años. En el mejor de los casos se podrá esperar un humanismo, pero no más que eso».

«El positivismo cientificista y materialista, con un toque de iluminismo jacobino, aún reinante en la educación del Uruguay laicista, ha marcado -y  lo sigue haciendo – la vida, el carácter y la cosmovisión de los uruguayos. Pero incluso ha ido más allá, ha cercenado de tal modo la nota espiritual, que la mayor perturbación de la sociedad de hoy, ante el desplome de las ideologías quiméricas, es la pérdida del sentido de la vida».

«Y para colmo, la misma Iglesia nacional – se lamenta – hace más de un siglo, luego de un combate inicial infructuoso, se replegó en cuarteles de invierno. En definitiva también los católicos se volvieron laicistas, se creyeron la prédica de que la fe no se podía manifestar públicamente, que lo religioso pertenecía al fuero intimo de las personas y que ahí debía quedarse, que en los templos del Estado no se podía nombrar a Dios ni darse uno a conocer como cristiano, so pena de ser declarado reo por violar la laicidad. El secularismo institucionalizado, en relación con la dimensión religiosa, ha presentado una evolución, lo que al principio fue frontal hostilidad, fue dando paso a la indiferencia y finalmente a la absoluta prescindencia».

De allí, que, a su juicio, la card de este Club, que tiene su paradigma en anteriores antecedentes históricos del país, será una medio de difusión y aseguramiento de la identifidad católica. En el caso chileno, el asunto tiene mas variables y generalmente se vinculan a la pertenencia de padres y apoderados a determinados colegios o instuituciones, y a través de distintas card de asociación exclusiva, a los que no tienen acceso las comunidades católicas de base, por cierto.

 

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