La defensa de lo público

Mariano Beltran, en la foto (facebook), pertenece a la emergente nueva hornada de la política española, y publica sus opiniones en huffingtonpost.es.  Así lo ha hecho, el 22 de enero recién pasado, bajo el título “La laicidad, la defensa de lo público”.

En esa columna de opinión, en el contexto de su análisis a la realidad española, expresa criterios de gran valor universal:

 “La laicidad es uno de esos espacios compartidos a defender y a construir… La apuesta por lo laico es defender que todas las religiones y todas las creencias tienen cabida en el espacio de lo privado, es defender que cada cual con su religión o su ausencia de religión haga lo que crea más conveniente. Y, como consecuencia directa de lo anterior, apostar por lo laico es defender que los espacios comunes, aquellos donde nos relacionamos como ciudadanos y donde ejercemos de hecho la ciudadanía, son espacios donde sumar debería ser más fácil que restar, donde fijarnos en lo que nos une debería ser más fácil que resaltar nuestras diferencias.

 

Casi todas las religiones, casi todos los dogmas, quieren conquistar estos espacios compartidos porque son conscientes de su poder. Cuando un espacio compartido, como una escuela, un hospital o un Ayuntamiento, se ha subyugado a la defensa de una determinada religión, deja de ser un espacio público, deja de ser un espacio donde los derechos de ciudadanía estén garantizados; deja de ser, en definitiva, un espacio colectivo donde los ciudadanos son libres e iguales.

En algunas ocasiones, hay algunos compatriotas que creen que defender el laicismo es exterminar a las religiones. Y se equivocan. El laicismo debería estar preocupado en construir espacios de libertad, no en querer acabar con identidades colectivas. Cuando el laicismo se contrapone a la religión, se pierde la batalla, porque se entra en el juego que las religiones más desean, en el juego del poder. La laicidad no es otra religión, es una apuesta por los valores republicanos que son garantes de la igualdad entre ciudadanos.

La laicidad es una apuesta por el entendimiento, por la defensa de los espacios comunes y solidariamente compartidos. La defensa de lo laico es, en definitiva, la defensa de un ágora construida por las identidades colectivas de ciudadanos libres e iguales, no por identidades mutuamente excluyentes”.

Lamentablemente esas reflexiones aún no aparecen con decisión en los debates de la igualdad en Chile, en medio de aquellos que declaran su progresismo. Falta doctrina en medio de los debates políticos electorales cotidianos.

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