Eloy Alfaro

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Eloy Alfaro Delgado, máxima figura de la historia del Ecuador moderno

Rafael Quintero López – www.eluniversal.com

El apóstol José Martí calificó a Eloy Alfaro Delgado (1842-1912) como uno “de los pocos americanos de creación”, y Vargas Vila lo llamó “el Cóndor” de América, por esa majestuosa ave que enarbolan los escudos de Bolivia, Colombia, Perú, Ecuador, y aquí en Venezuela el del Estado de Mérida. Porque en todas esas regiones, en Centro América y el Caribe buscó las más elevadas transformaciones democrático-nacionales, su integración y unidad, “obsesionado como era por la reconstitución de la Gran Colombia” y por la unidad de Nuestra América.

Con toda razón ese gran historiador, Oswaldo Albornoz lo tituló “la máxima figura de la historia nacional”. Pero el juicio supremo lo tuvo el mismo pueblo ecuatoriano cuando en una consulta pública a fines del siglo pasado lo escogió a él como el personaje más importante de la historia del Ecuador, reconociéndolo como el más grande héroe nacional.

 

¿Qué característica esencial tuvo este hombre, pequeño de estatura (1m57cm), cuya vida pública, siempre rebelde, duró apenas 48 años, desde los 22 a los 70 , cuando fue acortada por una siembra prematura y cruel; un militar siempre Joven, llamado por sus enemigos ora el “General de las Derrotas”, ora “El Viejo”, que se presentó dos veces a elecciones presidenciales a sabiendas que en un país de 10 mil haciendas y voto censatario las perdería, qué característica esencial tuvo, repito, para haber trascendido en la memoria de todo un pueblo por más de 100 años?

Creo que la respuesta está en haber sido un luchador por los derechos de su pueblo, por su libertad y progreso, creyendo que se construye una alternativa desde abajo, al incorporar y relacionar a todos los componentes de su pueblo (mujeres, hombres, campesinos, y hacendados modernos, obreros e industriales, indios chachis y negros, indios quichuas y campesinos montubios, creyentes y no creyentes, jóvenes y viejos) en la búsqueda de soluciones sin estar en el poder, y sin tener sus riendas en las manos. Es decir, creando un poder alternativo en el relacionamiento del hombre llano, de la mujer llana, con otros sujetos también emergentes, propietarios de bienes con los cuales se conjugaría alianzas amplias. En corto, con Alfaro surge por vez primera en Ecuador la idea del “poder ciudadano”. Él fue el revolucionario de la ciudadanía.

Los revolucionarios no esperan llegar al poder para hacer transformaciones en sus sociedades. Están empeñados en ellas siempre, con o sin poder político en sus manos. Así fue Alfaro, un amante de la libertad, se pensaba un liberal radical, y cuando proclamó, en las llanuras de la Costa ecuatoriana, un gobierno en rebeldía contra Veintimilla, aquel “Ignacio de la Cuchilla”, él se llamó “Ciudadano encargado del Poder Político”. Nada aquello de Jefe Supremo, o Presidente encargado. ¡No! Solo ciudadano.

Su gabinete, todo laico, sesionaba con los campesinos, en las praderas y montañas de Manabí y Esmeraldas. Y al gobernar en esos campos, iba decretando la abolición de la esclavitud, del concertaje, de los diezmos y primicias, de los derechos parroquiales y otros gravámenes eclesiásticos que eran formas de explotación de los campesinos, y enseñaba su Decálogo Liberal proclamando la libertad de los modernos, la implantación de la enseñanza laica y gratuita, la separación de la Iglesia del Estado, el desarrollo de la industria, el establecimiento de las libertades de conciencia, de reunión, de prensa, de trabajo, y de pensamiento.

Con él surge la idea de gobernar obedeciendo al pueblo, encarnación misma de la democracia. Y, al llegar al poder, porque fue llamado desde Centro América donde estaba en el exilio, reclamado y proclamado por la firmas de 16 mil padres de familia en una ciudad como Guayaquil que tenía 50 mil habitantes, es decir por la enorme mayoría de ese pueblo, teniendo 51 años, emprende una de las más profundas transformaciones de Nuestra América.

Jamás pensó llegar a ser Presidente. Pero aceptó el reto, y creó el Ecuador moderno, desde ese año 1895 cuando lideró la Revolución Liberal, marcando el final prematuro del siglo XIX, hasta 1912.

Vale terminar recordando una frase común de Alfaro, el creador fundador de la Revolución Ciudadana: “Nada soy, nada valgo, nada pretendo, nada quiero para mí, todo para vosotros, que sois el pueblo que se ha hecho digno de ser libre”

 

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