Guillier: las esperanzas de una nueva democracia

Columna de Opinión

Guillier: las esperanzas de una nueva democracia

Paulino Ramírez Quintana

 

Los comunicadores criollos (entre ellos se cuelan también cierta ralea   de charlatanes) concuerdan en calificar de “crisis institucional” o “crisis de representatividad”, o también de “crisis moral” la que afecta a la sociedad  chilena actualmente.

En el fondo, el análisis apunta a caracterizar el divorcio existente entre la denominada clase política (incluye a los empresarios, iglesias, judicatura, etc,) y la ciudadanía toda, apilada en sus más diversos matices y manifestaciones. Como lo expresaría un sociólogo alambicado: la gente de a pie.

Sencillamente,- se afirma,-  los ciudadanos se hartaron de tanta corrupción, del secuestro del poder por parte de minorías aferradas a las cúpulas  de los partidos políticos, de las organizaciones empresariales y sindicales, que ya hace un largo tiempo dejaron de representar los intereses de sus representados y juegan su póker privado, entre 4 paredes, manejando a su antojo y arbitrio la administración de los recursos del Estado y el manejo de la economía del país.

En este escenario, las encuestas de opinión pública reflejan el estado de ánimo de los chilenos y dan cuenta con crudeza del descrédito generalizado que afecta a nuestra elite y la profundidad del abismo que la separa del chileno medio.

Se le ha perdido confianza, tanto a las personas como a las instituciones, y esta telaraña de recelos alimenta el descontento, la frustración y el desgano e indiferencia por los asuntos públicos.

Sin embargo, las mismas encuestas han descubierto la emergencia de un nuevo actor relevante de la política nacional, que aparece desvinculado de la “fronda” compuesta por políticos y empresarios.

En el marco del sector que ha predominado en el desarrollo político de los últimos 30 años en Chile, esto es, desde la superación de la dictadura militar y que se lo ha bautizado como la Concertación, Nueva Mayoría, progresismo o centro izquierda, y que básicamente fue estructurado en función del entendimiento entre las fuerzas representativas del humanismo laico socialdemócrata y las corrientes demócrata cristianas, surgió como fenómeno avasallador la figura del periodista Alejandro Guillier.

Guillier no milita en partido político alguno. Proviene del mundo de las comunicaciones. Actualmente es senador por Antofagasta y lidera por lejos las preferencias para convertirse en candidato a la Presidencia representando a los sectores mayoritarios del país.

Que ha hecho o dicho Guillier para merecer semejante adhesión? Muy simple. Ha leído o interpretado el sentir de la gente. Ha recorrido el país para “escuchar” lo que la ciudadanía piensa. Se ha empapado de la indignación y el descontento de los chilenos frente al abuso y a la ineficiencia.

Para hacer eso no ha necesitado colocarse un uniforme de “gurú” o de “caudillo” natural o de “líder” carismático. No.

Solo ha necesitado dialogar con el estudiante, el trabajador, la dueña de casa, el pequeño empresario o agricultor. Ha valorado que las personas no pretenden gobernarse a si mismas ni mucho menos tomar una retroexcavadora y destruir todo lo que se ha conseguido hasta ahora.

Le ha quedado la evidencia clara que las mayorías ciudadanas anhelan ser escuchadas en sus legítimas demandas y que han reconocido en su limpia y comprometida  trayectoria como comunicador social, el atributo esencial para proyectar, descontaminar y enaltecer la actividad política: honestidad y credibilidad.

Esto es, ha entendido que en  el siglo XXI las políticas públicas  se diseñan “con” la gente más que “para” la gente.

Y más que eso. Ha puesto el acento en el resorte que probablemente impulse definitivamente al país por la senda del desarrollo: sin una eficiente descentralización, Chile no encontrará el camino hacia el progreso.

Es en la base social,- en las innumerables redes de organizaciones ciudadanas organizadas, dónde ha calado profundamente la apuesta cívica del periodista y que lo han convertido en la palanca que podría liderar  hoy la construcción del Chile que todo el país se merece.

 

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