Los pastores y el miedo en Colombia

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Los pastores y el miedo

José Francisco Urquijo Orjuela

Las2orillas.co (21/06/17) Extracto

 El tribunal del Santo Oficio o Inquisición Española nació en 1478 bajo la tutela de los Reyes Católicos y aunque técnicamente fue abolido en 1834, hoy aún existen cantidad de personajes e instituciones que no solamente la extrañan sino que abiertamente defienden sus tenebrosas prácticas.

Las víctimas de esta Inquisición generalmente eran seres que se oponían a la receta doctrinaria que desde allí se quería imponer y padecían castigos que iban desde prácticas de tortura humillante, hasta su inmolación en rabiosas hogueras. En 1991 la nueva Constitución Colombiana definía a esta nación como un Estado Laico y con ello desde entonces se oficializó el empoderamiento de distintos credos y de numerosos oferentes.

 

La imposición del laicismo no implica la perdida de la libertad religiosa ni la impronta de un Estado ateo, al contrario, más bien garantiza la libertad de cultos. Libertad de cultos que manejan inescrupulosos comerciantes del verbo y que a través de su “visión” moralista han direccionado sus predicas en verdaderas invectivas políticas y han sancionado a sus feligreses cuando su opinión se aparta del lenguaje político que defienden estos histriónicos litúrgicos.

Hace algunos días cierto sujeto que se autoproclamó como una deidad caribeña, en uno de sus rituales masivos, amenazó en su integridad física a un incrédulo periodista, ya que el curioso comunicador viene alertando de esa orgía de vanidades que resulta del dinero, la mentira y la política. El “Pastor” como lo llaman los políticos y medios de comunicación afectos a su irregular devenir, no ha dudado en lapidar moralmente al querellante comunicador, también alienta a su ciega concurrencia para que piensen sinceramente en “cierta limpieza social” y a que crean sinceramente que la desaparición física del periodista, sea la mejor de las ofrendas para una deidad, que anhela muchos de sus sacrificios.

El Gobierno Nacional no debe interferir en las creencia personales de sus administrados, pero no debe desconocer que estas prácticas adornadas con premisas sublimes, no solamente van en contra de los Derechos Humanos si no que imponen unas comunidades cuyos rituales alientan el delito.

Este “Pastor” que sabe de parálisis racional de sus convocados, ha alimentado la peligrosa idea de convertir su tinglado operístico en una gigantesca célula política con evidentes sesgos autoritarios y, sin ruborizarse, ha convertido el tamaño de su feligresía, en un botín electoral nada despreciable. Para ello ha reunido a sus colegas de andadura y de manera ostentosa se autodenomino como el “ilustre” portador de una verdad incuestionable y, hace alarde de ser el comandante de una cruzada moralista que no tiene reparo en engrandecer su propia pecunia por cuenta de unos miedos que tienen secuestrados a sus indefensos y mancillados seguidores.

Miedo que ha utilizado para poder advertir a su concurrida clientela de la necesidad manifiesta de aceptar dócilmente la ideología tenebrosa de un sujeto que nunca ha aclarado su cercanía con el narco-paramilitarismo , ni la desaparición física de algunos de sus socios, ni la de opositores que han alertado sobre su sospechoso actuar.

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