Los 1.473 soldados apostados en Magallanes, previo a cumplir con la tradicional ceremonia de Juramento a la Bandera, efectuada ayer en la Plaza de Armas de Punta Arenas, debieron participar en una “ceremonia ecuménica de Vigilia de Armas”, en la Catedral Católica de Punta Arenas, “instancia solemne en la que participaron los soldados conscriptos, clases y oficiales acompañados de sus padres y familiares que llegaron del resto del país para estar junto a sus hijos en tan importante paso”, informó LaPrensaAutral.cl.
La liturgia fue presidida por el obispo de la diócesis, Bernardo Bastres, dice el medio, agregando: En esta misa, se reforzó a los jóvenes que el mejor camino que se puede escoger es poner la vida al servicio de los otros, así como Cristo lo hizo, al cumplir su misión redentora de la humanidad. “Tanto amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga vida eterna”, se citó del Evangelio de San Juan, capítulo 3, versículo 16. Igualmente, se leyó otro texto del mismo evangelista, en que se reproducen palabras de Jesús: “Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos” (Jn 15,13).
Por cierto, no queda en claro en la nota cual fue el aspecto “ecuménico” del acto religioso, de una institución del Estado que se supone debe abstenerse de oficios religiosos, dado la separación de la Iglesia del Estado en 1925, aspecto que fue permanentemente trasgredido durante el régimen de Pinochet y cuyas conductas se siguen repitiendo ante la indiferencia de las autoridades políticas del país, que no consideran los derechos de conciencia de los conscriptos que no pertenecen a las dotaciones sometidas a una visión religiosa unilateral. La vigilia de armas es una situación que se viene repitiendo por años, sin que se respete la condición de minoría de quienes no comparten esa visión religiosa.
