La «poligión» en Colombia

Un artículo en ElTiempo.com (03/08/17), de Juan Gossain (en la foto), titulado “¿Son cristianos que se politizan o son políticos que se cristianizan?”, ha puesto en evidencia en Colombia la mezcla explosiva de política y religión, que alguien ha definido como la “poligión”. “Esa es la tapa que le faltaba al frasco” dice Gossain, y evidencia que los partidos  y candidatos están organizando estrategias para aprovecharse de la religiosidad de la gente. Saben bien que, al contrario de los católicos, los seguidores de iglesias protestantes son muy disciplinados y obedecen las órdenes de sus pastores. 

 

Parece que las elecciones parlamentarias y presidenciales del año entrante serán un paradigma, y cómo será el tamaño que está cogiendo esa bola de nieve, dice Gossain que, un ferviente católico de tuerca y tornillo, el antiguo procurador Alejandro Ordoñez, al que sus adversarios tanto le embroman la vida llamándolo beato y camandulero, acaba de escoger, como su compañero para vicepresidente, a un pastor evangélico de Barranquilla.

El fenómeno se desató tras la nueva Constitución Nacional de 1991, que consagró la libertad de cultos. Las estadísticas más confiables sostienen que, en promedioen los últimos diez años se ha abierto un nuevo templo cada diez días. La gente les dice “iglesias de garaje”.

Catorce sacerdotes católicos cayeron también en esa tentación, siendo elegidos gobernadores o alcaldes desde el 91. Con el correr del tiempo aparecieron los primeros pastores convertidos en congresistas, diputados o concejales.

Pero fue el plebiscito del año pasado lo que provocó el verdadero estallido de la ‘poligión’. Las iglesias protestantes fueron decisivas en la victoria del ‘No’. Cómo sería que ni el Papa se salvó de esos arrebatos de fanatismo y lo acusaron de promover el ‘Sí’ y de intervenir en los asuntos internos de Colombia. Desde ese momento los pastores protestantes se volvieron manjar apetecido para los partidos de todas las tendencias. Son los primeros invitados a marchas y desfiles. Comenzaron a lloverles sonrisas, coqueteos y propuestas. Los buscan para hacer alianzas. No se equivoquen: la religión será un factor determinante en las dos elecciones del 2018, asevera Gossain.

¿Eso es bueno o malo? ¿Provoca más iracundia de la que ya tenemos, más polarización y conflictos, o ayuda a serenar los ánimos? Como el asunto empezó a inquietarme, salí a buscar opiniones, reflexiones, gente que sea capaz de analizar con serenidad y ponderación, que aporte ideas.

“La participación de los cristianos en la Política, con mayúscula – dice  Francisco de Roux, sacerdote jesuita – es una forma de atender el llamado de Jesús a participar en la construcción del bien común, de una sociedad que sea compatible con el evangelio y a comprometerse con los demás ciudadanos, sean cristianos o no.  Pero otra cosa, agrega De Roux, es que las iglesias se conviertan en movimientos electorales, “de política (con minúscula), porque entonces la paz, la verdad, la justicia, ya no son causas gratuitas para sembrar valores en toda la sociedad, sino que se vuelven eslóganes para conseguir votos”.

Gossain cree que “el revoltillo de política y religión”, la primera ‘poligión’, fue uno de los factores que desató la violencia en Colombia, lo que hace presente al jesuita, quien responde: – Esa violencia fue alimentada por la ideología que se llamó Nueva Cristiandad, cuando la Iglesia se unió al partido conservador para tener el poder público. El arzobispo de Bogotá decidía por quién votaban los católicos”.

¿Qué es lo que buscan los pastores cristianos cuando se vuelven dirigentes políticos? le pregunta Gossain al jesuita, en relación a aquellos pastores protestantes. Este responde: “Buscan el poder. Y, con el poder, el dinero y el prestigio. Buscan aprovecharse de la sensibilidad religiosa de la gente para conseguir votos, lo cual cae en la manipulación de lo más sagrado que tiene todo ser humano: su conciencia. La religión, convertida en partido político, es funesta”.

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