Mark Zuckerberg, la religión y la política

La posibilidad de que el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, esté considerando una carrera para la presidencia en 2020 parecía fantástica hasta los últimos días del año pasado, cuando publicó un mensaje (en Facebook, naturalmente) que decía: «Feliz Navidad y feliz Hanukkah de Priscilla, Bestia y yo «, refiriéndose a su esposa, su hija y su perro. Un mensaje genérico festivo de un CEO, usted podría pensar. Pero entonces un comentarista le recordó a Zuckerberg que él había identificado como un ateo.

¿Qué había cambiado? La respuesta fue rápida: «Yo crecí judío y luego pasé por un período en el que cuestioné las cosas, pero ahora creo que la religión es muy importante», asevera una nota de TheGuardian.com (08/08/17).

 Esta declaración, luego de proponerse visitar los 50 estados o sus visitas muy aclamadas a los principales estados norteamericanos, sugirió que el lider de las tecnologías estaba mirando a la Casa Blanca. En esa perspectiva, al dar esa respuesta, Zuckerberg estaba tácitamente reconociendo una de las reglas de oro de la política estadounidense: los estadounidenses no votarán por un ateo como presidente.

Esa máxima ha sido reforzada por un nuevo estudio, que muestra que la gente en todo el mundo está preparada para pensar lo peor de los ateos, creyendo que aquellos sin fe son más capaces de comportamiento inmoral que aquellos que lo tienen, sin considerar que los acontecimientos más sangrientos de los últimos tiempos son protagonizados por creyentes.

El hombre detrás del estudio, Will Gervais, de la Universidad de Kentucky, dijo al Times que había sido invitado a investigar el tema por datos que sugirieron que los votantes estadounidenses están menos dispuestos a elegir un ateo que cualquier otra categoría de candidato, incluyendo gays o musulmanes. Gervais dijo que sospecha que los votantes consideran la creencia en Dios esencial para la moralidad y consideran a los ateos como «comodines morales» que carecen de moderación y son capaces de cualquier cosa, incluyendo «patear cachorros, hacer trampa a las cartas, canibalismo ligero».

Los agentes políticos estadounidenses han trabajado durante mucho tiempo en esta suposición. Testigo de los documentos filtrados del Partido Demócrata, que mostraron aliados de Hillary Clinton en 2016, consideraron un plan para pintar a Bernie Sanders como un ateo, creyendo que podría costarle puntos cruciales en los estados temerosos de Dios como Kentucky y Virginia Occidental. Sanders, que es judío, se apresuró a afirmar que no era un ateo.

Esto significa – dice  TheGuardian.com  – que ningún candidato abiertamente no creyente ha ganado la nominación presidencial de cualquiera de los dos partidos principales. Incluso figuras cuya moralidad personal ha sido famosa sospechosa se han apresurado a afirmar su afinidad por Dios. El ejemplo más flagrante es, sin duda, el actual titular de la Casa Blanca. A pesar de dirigir una vida dedicada a la adoración de Mammon, Donald Trump fue abrazado por blancos votantes evangélicos, quienes aceptaron sus declaraciones de devoción y lo vieron como preferible a la iglesia respecto de Clinton. Sugiere que, mientras los estadounidenses esperan que sus políticos profesen fe en Dios, apenas exigen consistencia en sus actos o ética.

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