Estado Laico y aborto en Bolivia

Estado Laico y Aborto en Bolivia

Rafael Puente

http://www.paginasiete.bo (13/10/17)

Anteayer (y a propósito de que la Asamblea Legislativa de Bolivia había aprobado el artículo 153 del nuevo Código Penal) pudimos ver la noticia de que la Iglesia Católica «no negociará” el tema del aborto y que, cueste lo que cueste, incluida la posibilidad de que se lleguen a cerrar los centros de salud de la misma Iglesia, ella seguirá defendiendo «los principios de la vida”.

Dicha declaración merece dos comentarios:

El primero es que la Iglesia no tiene nada que «negociar” con el Órgano Legislativo. Los pastores de la Iglesia Católica y los de las múltiples iglesias evangélicas que existen en nuestro país tienen que tomar nota  que este Estado Plurinacional es laico, no es confesional y, por tanto, no tiene nada que «negociar” con instancias confesionales, por muy respetables que sean. Por supuesto, las diferentes iglesias tienen todo el derecho de opinar, de pronunciarse, de quejarse y de pedir, pero hasta ahí nomás.  

 Se entiende que no esté muy claro ese carácter laico de nuestro Estado, dado que la mayor parte de nuestros gobernantes se la pasan asistiendo a tedeums y otras ceremonias religiosas (siempre católicas, eso sí), además de festejos supuestamente católicos, como el de la Virgen de Urkupiña.

Pero lo que vale no es la práctica de nuestras autoridades (todas ellas coyunturales), sino los principios de la Constitución Política del Estado (aunque en este momento haya también autoridades dispuestas a declararla igualmente coyuntural y, por tanto, a desobedecerla).

Pero el anterior comentario no deja de ser más bien formal. El de fondo es el siguiente.

El segundo comentario, que tiene que ver con «los principios de la vida” que los jerarcas católicos afirman que seguirán defendiendo. Da la impresión de que para ellos lo que vale es la vida en sentido meramente biológico (el que compartimos con animales y plantas) y no la vida como expresión de plenitud, como realización personal, y compartida, como espacio de amor; y se circunscriben al tema de los derechos intangibles de un germen de vida humana (al que la Biblia jamás hace referencia), mientras desprecian lo que ocurre con la vida de una joven violada o de una madre sobrecargada de hijos y sin nadie que la apoye. O de una niña que no se siente en absoluto capaz de ejercer la maternidad.

¿Y qué de la vida de muchos bebés no deseados, fruto de opresiones criminales y, probablemente, condenados a crecer en un «hogar”, sin cariño familiar y sin perspectivas de futuro? Eso no les importa, sólo se preocupan de principios abstractos…

Y quede claro que el aprobado artículo 153 lo único que hace es ampliar las causales específicas de un aborto permitido; no legaliza el aborto de manera absoluta, sino sólo cuando es evidente que será la única manera de evitar auténticas tragedias personales. Ténganlo claro, señores de la(s) Iglesia(s): ninguna mujer aborta por gusto, ni se siente cómoda abortando; el aborto es de por sí un sufrimiento que sólo se asume para evitar otros sufrimientos todavía peores (para la madre y para la criatura).

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