Vaso medio lleno y medio vacío

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Por Eduardo Quiroz Salinas

Nuevamente, Chile ha dado muestras satisfactorias de un proceso electoral “técnicamente” limpio, preciso e inobjetable, pese a los mantos de dudas sobre el mismo que incluso hasta pasadas unas horas de abierto el proceso electoral las bases y comando del recién candidato electo intentaba mantener, mediante noticias falsas de votos marcados que rayaban incluso en lo ridículo, con un mismo voto mostrado en fotografías en distintas comunas de la Región Metropolitana y que generó la merecida y consiguiente burla en las redes sociales. De hecho, reafirmando lo pulcro y eficiente del proceso electoral, quedan coronadas con un resultado final apenas habiendo pasado dos horas tras el cierre de la primera mesa. Un aplauso cerrado para todos quienes están detrás de ese proceso.

Votaron, en esta segunda vuelta 300 mil personas más aún que en la primera vuelta, pasando levemente la barrera de los 7 millones de votos, dando cuenta de que si hay motivación, sea cual sea, la gente puede salir y cumplir con uno de los derechos y deberes cívicos más significativos en el sistema democrático. De hecho entre nulos y blancos no alcanzaron el 1%. Aunque el vaso medio vacío en este respecto es que el padrón electoral es de más de 14 millones, por lo que votó apenas un 50% de quienes podían hacerlo.

Hoy ha ganado en las urnas la candidatura del sector de derecha de nuestro país y tendrá 4 años por delante, los que, para quienes levantamos las banderas del respeto al laicismo en una nación, presentan tintes de peligro a los que debemos estar muy alertas y con capacidad de reacción acorde a la gravedad de lo que pueda acontecer en ese sentido. Para aterrizar un poco más lo expuesto, las principales líneas en las que se debe poner especial atención y énfasis son las siguientes:

  • José Antonio Kast, candidato presidencial de la ultraderecha en primera vuelta, poseía propuestas en su plan de gobierno que aparte de contradecir de manera irracional los tiempos actuales, son una clara amenaza al laicismo que debe imperar en la educación y sobretodo en la pública, la que no puede albergar ni promover a los credos de turno. “En nuestro gobierno, todas las escuelas y liceos públicos de Chile deberán contar en forma permanente con un profesor de religión a fin de que la opción de tomar la asignatura sea real y efectiva para todos los estudiantes”, se podía leer en su programa publicado en su web. En particular, Kast fue un activo operario en la campaña del actual presidente electo y se puede intuir que en las negociaciones post primera vuelta entre ambos algunas ideas pueden haber permeado lo que será el próximo gobierno. Una república laica como la de Chile no merece que se ponga en peligro nuevamente esa característica, como se hizo antaño en un gobierno no electo del que precisamente fue, no solo partidario sino activo operario Kast y su familia. Eso y la activa comunión entre él y el sector evangélico del credo cristiano más rudo son un riesgo y hay que monitorearlo permanentemente para evitar en el corto y mediano plazo que se pueda violar el laicismo de nuestra república.
  • El candidato y recién electo presidente, en un cambio ostensible respecto a su primera campaña, puso en sus alocuciones al dios de la religión local con mayor frecuencia e incluso en el momento en que el candidato perdedor le saludó públicamente finalizó con la frase, «tiene una extraordinaria mujer y una hermosa familia, y eso es lo más importante después de Dios en esta vida” y le invocó nuevamente en su discurso final, el que escuchaba al momento de escribir estas líneas. Siempre he sido un respetuoso de la totalidad de los dioses de las más de 1024 religiones existentes al día de hoy siempre y cuando esas deidades sean invocadas en el ámbito particular o en los templos o lugares que para ello estimen conveniente y a los que asistan sus partidarios de manera voluntaria. Entre esas paredes y, siempre que no se viole ninguna ley, pueden realizar los discursos que se deseen y realizar los actos que deseen. Sin embargo, cuando esas invocaciones se realizan en actos públicos, por personeros públicos y encima del porte de la máxima autoridad del país, son signo inequívoco de que el espíritu del laicismo se deja de respetar y eso constituye un peligro inminente para el país, en este ámbito. De hecho, en el anterior período presidencial de Piñera ya existieron polémicas al respecto, como cuando Ximena Ossandón, en ese entonces puesta como directora de Junji, instalaron, con recursos públicos y en una repartición pública, una virgen del credo católico, pasando a llevar a todos los chilenos que no profesan ni esa religión ni alguna otra quebrantando el laicismo necesario en una república.
  • Tanto el mismo Piñera como los dos ex-candidatos Kast y Ossandón son confesos anti-aborto, más que por convicciones propias, porque “la biblia lo dice”, como si el libro de algún credo tuviese valor al momento de concebir políticas públicas. Esa es una tendencia que hace daño a la laicidad necesaria de un estado y hay que denunciarlas una y otra vez. El aborto es un tema de derechos de la mujer, el cual debe ser mirado desde una perspectiva social y médica. Aún cuando la ley no obliga a ninguna mujer a realizarlo y su decisión queda en el seno de la mujer, es legítima la diferencia de opiniones al respecto, pero no basadas en libro de algún dogma, para una ley de la nación. La decisión personal respecto a si se interrumpe o no un embarazo, puede estar sujeta a un credo, más, reitero, no así la promulgación de la ley al respecto. Por lo mismo, es menester observar las acciones que en el próximo gobierno puedan ser llevadas a cabo y que puedan ir en contra de lo poco que se ha avanzado y cuyas intenciones ya han sido explicitadas tanto por el recién electo presidente de Chile como por los ex candidatos de ese sector político que estarán ansiosos de llegar con sus propuestas a La Moneda.

Como en la gran mayoría de los episodios que se viven en la vida, hay situaciones blancas y negras con las que nos veremos enfrentados y la de hoy no escapa a ello. En cuanto a la democracia, el proceso es un claro ejemplo de la mitad llena del vaso tanto técnica como socialmente. La mitad medio vacía la constituye en parte lo resumido en los puntos anteriores y son aspectos que pueden herir el laicismo de la República de Chile, tan deseado como necesario. De la observancia de la ciudadanía depende que se continúe viviendo en una república que respeta a todos y cada uno de los chilenos y que no es presa de la carencia de escrúpulos de personas que utilizan su cargo público para introducir directivas de alguna religión en las leyes y dirección de un país. Que el orgullo que sentimos los chilenos por tener procesos electorales y una ciudadanía ejemplar, no sea trastocado por ser una vergüenza respecto del respeto del laicismo en el mundo.

 

  

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