La irrelevancia divina

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k2001space037Por Rodrigo Reyes Sangermani

Estimados amigos,

Estudié toda mi vida en colegio católico, del cual guardo grandes recuerdos y cariños, sin embargo actualmente tránsito entre un agnosticismo convencido y un ateísmo profundo. Si, suena contradictorio, pero no si analizamos que efectivamente la razón humana nunca comprenderá todo (agnosticismo) y que por lo tanto, pese a cualquier certeza filosófica, nunca podremos estar seguros 100% de nada. Y por otro lado, mientras tenga la información que tengo, deduzco y observo, me parece que la creencia en Dios es irrelevante (ateísmo).

Dios es verdaderamente irrelevante para vivir con valores. Para ser un buen hombre, un hombre inspirado con sentimientos de caridad (no limosna), justicia, paz, comprensión, etcétera, no es necesario creer en Dios, ni siquiera es necesaria su existencia. A veces siento que la gente que profesa una religión está más preocupada de la religión misma (dogmas, doctrinas, literatura, mitos, rituales, historia, libros sagrados, autoridades, verdades únicas) que de los valores que ellas mismas promueven y abrazan.

Si Dios existiera, me «salvaría» sólo por ser un buen hombre y no por ir a misa o porque tenga que creer que Él hizo el universo, o porque la Virgen de verdad sea virgen, o porque deba rezar un padrenuestro o confesarle a alguien mis pecados. A mí, esa discusión me parece innecesaria, casi superflua. No tiene ninguna importancia si existió o no Jesús, Buda o Mahoma… ¿para qué detenerse en esa discusión? ¿Para qué imponerle a la gente una u otra idea, una u otra concepción de las sagradas escrituras? ¿Qué es lo importante? ¿El Papa, lo que diga o los valores del amor que no necesitan dogma ni fe?

Creo que la religión sólo es útil para canalizar las creencias de las personas más no para dar respuestas a una sociedad moderna como la actual. Ese es el problema central de la Iglesia, la sociedad ha cambiado, no necesita una Iglesia que le diga cuál es la Verdad, necesita una Iglesia que lo convoque culturalmente, que le dé sentido a su identidad (desde el punto de vista antropológico individual). Es muy probable que cada día habrá menos fieles en las iglesias, lo que no significará que éstas desaparezcan sin son capaces de transformarse en un vehículo de amalgama social. Esa será la Iglesia de la amalgama social, necesaria e incluso clave, si es que ella quiere convertirse en una institución dirigida a promover la solidaridad en nuestra sociedad. Pero sucede que la Iglesia no quiere ser una ONG, quiere ser una religión, es decir mantener el vínculo dorado con la trascendencia, con la Verdad única, con un Dios irrelevante. Ahí la distancia, ahí la diferencia.

Ya no podemos esperar que los sacerdotes tengan el relato de hace 30, 40 años atrás; a la gente no le hace sentido, la gente puede seguir siendo católica aunque no crea en el Dios creador (¿no sé si me explico?), incluso podrá emocionarse con la visita del Papa, pero divorciarse para emprender una nueva vida de pareja; usar preservativo para tener sexo tranquilo con su esposa (o no esposa), y no confesarse nunca porque no lo creerá necesario. Tampoco estará dispuesto a creer en los mitos bíblicos para comprender los «misterios» del origen del universo o el destino de los hombres tras su muerte, sin embargo el hombre puede creer que hacer el bien aquí en la tierra mientras viva, puede ser legítima y profundamente un acto de humanidad trascendente y que lo llena de gozo.

Buena caza

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Rodrigo Reyes Sangermani

 

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