Sr. Director:
Ante la polémica por la negativa del párroco de la Catedral de Santiago a reproducir música de Violeta Parra durante el velorio de su hermano Nicanor, según fuera su voluntad póstuma, cabe cuestionarse cuáles habrían sido las reales motivaciones para negarse, pues, en virtud de su expedito cambio de opinión ante la amenaza de sus deudos de trasladar la ceremonia a otro recinto, pareciera que los principios que habrían justificado originalmente tal oposición resultaron menos trascendentes que la eventual crisis de imagen que le habría significado a la iglesia chilena el que la amenaza se hubiera concretado. Estos principios que merecieron renuncia ante el riesgo de imagen, resultaron siendo, entonces, más modestos que aquellos otros, misteriosos y presumiblemente más importantes e irrenunciables, que resistieron estoicos el importante escándalo que significó la negativa del papa Francisco a reunirse con las víctimas de pederastia eclesiástica y a reconsiderar el nombramiento del obispo Barros. O, quizás, este escándalo no fue considerado tan grave, después de todo; mal que mal, ahora sí sabemos qué dice el Santo Padre, dentro y fuera de Roma, cuando sabe lo que le hacen a sus palomas.
Atte.
Luis León Cárdenas Graide