Ofuscación católica y descristianización

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Pbro. Miguel Picado Gatjens
Informa-Tico
Costa Rica

La jerarquía católica con sus pactos, su proceder y sus silencios, reconoció más legitimidad en otros grupos, que lo que ella misma tiene en la definición de asuntos religiosos y cristianos.
En otras palabras, la jerarquía de la iglesia católica con sus pactos, su proceder y sus silencios, reconoció más legitimidad en otros grupos, que lo que ella misma tiene en la definición de asuntos religiosos y cristianos.

En ese marco, la iglesia católica dejó un espacio vacío, pero además, dejó que otros grupos asumieran la representación religiosa de sus causas. Entregó la iniciativa y su influencia religiosa en la política y la sociedad. El catolicismo costarricense como institución y religión no será el mismo después de estas elecciones, sobre todo si gana la segunda ronda Fabricio Alvarado, ya que con él gana espacio político, otro movimiento religioso que adversa militantemente a la Iglesia Católica”.

Alberto Rojas señala que un proceso similar ocurre con congregaciones evangélicas. “Uno diría entonces que los ganadores fueron los grupos evangélicos. Pero no. Las iglesias evangélicas cristianas también perdieron y quizá, más que la iglesia católica. Están perdiendo parte fundamental de su identidad evangélico cristiana, y no desde fuera, sino desde dentro. Por la parte de atrás, sin percatarse, les entró el movimiento de la reforma apostólica, el movimiento de don Fabricio Alvarado, el grupo que él realmente representa y el que realmente está ganando más poder e influencia. Un movimiento post-cristiano que produce y reproduce prácticas y doctrinas que contradicen aspectos medulares de la fe evangélica. Por ejemplo, confunde intencionalmente magia con fe, busca generar una nueva revelación, relativiza la centralidad de los evangelios en la interpretación de toda la biblia y pone la autoridad de los nuevos apóstoles como criterio primario de interpretación bíblica; relativiza también la persona y vida de Jesús como a modelo a seguir o bien, aminora aspectos fundamentales de su vida para no poner en cuestión algunas de sus doctrinas básicas”.

Del análisis anterior destaco el carácter post-cristiano del movimiento que apoya a Fabricio Alvarado, responsable de una descristianización vertiginosa, apoyada, mordaz ironía, por presbíteros y laicos militantes en movimientos apostólicos.

¿Cómo se llegó a semejante desconcierto?

La respuesta no es fácil y requiere análisis detallados y nueva información. Sin duda la jerarquía tiene su cuota de responsabilidad “con sus pactos, su proceder y sus silencios”. Y muchos laicos también. Se entró en una especie de pánico apocalíptico ante los Programas de educación afectiva y sexual del Ministerio de Educación Pública (MEP), de los que nunca se hizo ni difundió un estudio teológico. Se creyeron bulos como que el gobierno pugnaba por impulsar el aborto. Se le dio carácter cósmico a la convivencia legalizada de parejas del mismo sexo, como si pusiera en peligro la estabilidad del universo. Se perdió el sentido de las proporciones y la perspectiva. Por ejemplo, el Lic. Alejandro González, en el ECO CATÓLICO del 18 de marzo, escribe que el enfoque de género “es la coyuntura más relevante desde el punto de vista político y social de la época que vivimos”. ¡Qué ofuscación! El hambre de millones de personas (entre ellas miles de niños costarricenses), la concentración de la riqueza mundial en poquísimas personas, la contaminación del planeta tierra por la imparable quema de hidrocarburos, la nueva carrera armamentista, todo pierde importancia ante la nunca bien definida ideología del género.

Tamaña ofuscación ha producido los resultados señalados.

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