La Astronomía, excepcional caso de desarrollo científico en el país

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La Astronomía, excepcional caso de desarrollo científico en el país

Hernan Peña y Lillo

Por Hernán Ríos Peña y Lillo
Profesor Titular, Fac. de Ciencias, U. de Chile

Si se revisa el listado de Premios Nacionales en Ciencias Exactas de los últimos veinte años, se comprueba que cuatro de ellos son destacados académicos de la Universidad de Chile; todos pertenecientes al Departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Ellos son: la Dra. María Teresa Ruiz (1997); el Dr. José Maza Sancho (1999); el Dr. Mario Hamuy Wackenhut (2015) y el Dr. Guido Garay Brignardello, en 2017. Lo anterior nos motiva a preguntarnos: ¿qué ha pasado con esta importante área del conocimiento? Las razones son múltiples y la suma de ellas ha permitido que en el país se haya generado un espectacular desarrollo de esta disciplina que no tiene parangón en otras áreas de la actividad científica.
Veamos.

Todo comienza por las excelentes condiciones geográficas del país. Chile es actualmente considerado el centro de la astronomía mundial debido a la gran cantidad de observatorios construidos en el territorio nacional. Estos representan alrededor del 40% de las instalaciones de este tipo en el mundo y se hicieron en el país por varios motivos convergentes. El presupuesto básicamente provino de agencias extranjeras y, al estar Chile en el hemisferio sur, el campo visual que pueden explorar los telescopios aquí instalados es diferente al que es posible auscultar en los observatorios instalados en el hemisferio norte. Se suma a ello el que nuestra geografía permite la instalación de estos centros en altura.
Los observatorios que fueron construidos en las décadas de 1960 y 1970 se concentraron en la zona norte de nuestro país no solo por la altura, sino por la claridad de sus cielos. Al tener altas temperaturas y baja humedad, las lluvias son poco probables, por lo que el cielo nocturno está libre de nubes. Además, al ser zonas desérticas con escasas zonas urbanas, existe una baja o casi nula contaminación lumínica, lo que favorece la observación de los astros desde estos observatorios. Existe además un aspecto no menor: al llevar varias décadas desarrollando proyectos en conjunto con importantes universidades, corporaciones, gobiernos y centros de investigación de todo el mundo, la burocracia respecto a la instalación de proyectos e investigaciones sobre astronomía está bastante estructurada. En Chile existe más de una docena de instalaciones astronómicas, entre observatorios ópticos y radio observatorios. Los principales son los ubicados en la Región de Antofagasta: Observatorio Paranal (Very Large Telescope), el complejo astronómico más avanzado y poderoso del planeta,​ y el Atacama Large Millimeter Array (ALMA), hasta la fecha el mayor proyecto astronómico del mundo, a los cuales se suma otro en la Región de Coquimbo. Otros observatorios ubicados en dicha región son el Observatorio «La Silla» dependiente de la European Southern Observatory (ESO) ubicado a 2400 msnm, el del Cerro Tololo a 2200 msnm y Gemini Sur, ​ pertenecientes al consorcio AURA/NOAO (Association of Universities for Research in Astronomy/National Optical Astronomy Observatories). En la Región de Atacama se ubica el de Las Campanas, de la Carnegie Institution of Washington en asociación con la Universidad de Harvard y el MIT.
En consecuencia, está todo dado para realizar ciencia del mejor nivel en esta disciplina. A los mejores observatorios del mundo, construidos fundamentalmente con fondos extranjeros, se suman los presupuestos adecuados para la investigación permanente del espacio exterior aportados por sus respectivos gobiernos y, en menor grado, por el país. La gran cantidad de investigadores extranjeros en astronomía indujo un movimiento positivo para impulsar esta actividad científica en el país. Hoy, según el último censo de la Sociedad Chilena de Astronomía (Sochias), siete universidades tienen licenciatura, magíster y/o doctorado en el área y hay alrededor de 100 académicos dedicados a la disciplina repartidos en 13 universidades chilenas, desde Arica al Biobío. En total, hoy hay unos 220 astrónomos en instituciones nacionales de tan sólo 24 que había en 1985 y casi 700 estudiantes de la especialidad. Es claro entonces que están dadas las condiciones para que haya un desarrollo sostenido en esta área del conocimiento y eso impulsa a los jóvenes, que son curiosos por naturaleza, a estudiar esta importante y atractiva disciplina. Mi experiencia personal, después 45 años como profesor de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, es que la vocación por hacer ciencia crece día a día, no sólo por la astronomía en donde está todo bien consolidado; cada vez tenemos más carreras científicas en las universidades chilenas. El Estado y el sector privado tienen pues la palabra, es preciso invertir más en Ciencia y Tecnología (C&T). Las empresas deben atreverse a contratar más gente con espíritu creativo; que piense e innove. Sólo de esa manera podremos alcanzar el desarrollo. Los países en definitiva, son pobres porque no han comprendido que se es pobre por no haber invertido en C&T y no al revés, esto es, porque se es pobre no se puede invertir en C&T.

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