Nuevas voces en la política

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NUEVAS VOCES EN LA POLÍTICA

JOSÉ MIGUEL CORRAL

Por José Miguel Corral

Tras las elecciones legislativas en Estados Unidos, donde se eligieron 435 diputados, 35 senadores y 36 gobernadores, el partido Demócrata terminó con la hegemonía de los dos primeros años de Donald Trump y los Republicanos en el gobierno. Los azules (color con el que se identifica a los demócratas) tienen en sus manos –hasta cierto punto–  la reconfiguración del mapa del poder en el país del norte. Lo anterior implica que, desde ahora, las iniciativas del gobierno no sólo deberán pasar por el cedazo del Poder Judicial, sino que también por la Cámara de Representantes, con mayoría demócrata. Sin perjuicio de ello, y como demanda el juego democrático, el Senado seguirá con mayoría republicana. Trump sacó provecho de los buenos números de la economía, que marcan un crecimiento del 3% del PBI, un desempleo récord de 3,7%, consumo creciente y salarios que van por encima de la inflación. Muy probablemente esos números incidieron en la decisión de voto de muchos independientes y republicanos más moderados, que si bien no comulgan mucho con el estilo del magnate, sí elogian el paso de la economía.

Desde el principio, el jefe de la Casa Blanca sostuvo que las elecciones de medio tiempo serían un termómetro de su mandato. Jugada osada, si se considera que tradicionalmente el partido en el gobierno pierde las elecciones de los dos años y una o las dos cámaras del congreso. Trump se echó al bolsillo la campaña, apoyando a los candidatos republicanos en estados estratégicos, debiendo incluso elogiar a Ted Cruz (Texas), con quien tuvo un duro intercambio de palabras en las primarias de 2016. Riesgoso, pero efectivo, ya que Cruz se impuso al demócrata  Beto O´Rourke, asegurando así el Senado de Washington. En ese marco polarizante, el jefe de la Casa Blanca apostó por su tradicional discurso antiinmigración y antiglobalización, efectivo y efectista en el interior del país, en las zonas rurales de mayoría blanca y de menor nivel educativo que contrasta con el universo electoral de las costas, tradicionalmente más heterogéneo culturalmente y con mayor nivel educacional.

Sin perjuicio de ese riesgoso paso, el presidente norteamericano se enfrenta a un nuevo y complejo panorama, ya que no sólo se avizoran cambios potentes en materia de políticas sociales, de inmigración y de salud pública; ahora las puertas están abiertas a posibles investigaciones en su contra y que tienen relación con sus declaraciones de impuestos y las acusaciones que pesan sobre él sobre obstrucción a la justicia. El fiscal Robert Mueller podría formalizar las acusaciones que ha planteado en los medios de comunicación durante el último tiempo. Trump, como es habitual, no ha quedado pasivo ante este escenario, contratacando con la destitución de su secretario de Justicia Jeff Sessions y la llegada de Matthew Whitaker, abierto crítico de Mueller. Del mismo modo, ante este nuevo escenario, veremos el término de la agenda unilateral del gobierno, ya que el contrapeso demócrata se sentirá desde ahora; habrá una mayor y efectiva fiscalización sobre el proceder de la Casa Blanca y el presidente. Sin embargo, es probable que veamos lo que vimos durante la última etapa del gobierno de Obama, quien terminó enviando leyes casi por decreto, al existir un Congreso tan polarizado si las partes no acuerdan las reformas a tratar. Durante sus primeros dos años en la Casa Blanca, Trump ha hecho uso de estos decretos con bastante regularidad, en gran medida para deshacer normativas aprobadas por su antecesor. No obstante lo anterior, Estados Unidos goza de una larga tradición de acuerdos entre Republicanos y Demócratas. Ojalá logren negociaciones aterrizadas.

Algo que se apreció durante estos comicios, y que ciertamente contribuye a ampliar el arco político norteamericano, es que el Congreso será más diverso. Ahora veremos en los escaños del Capitolio a un significativo, aunque insuficiente número de mujeres. Mujeres de tendencia progresista y que han trabajado activamente contra las políticas restrictivas y ultraconservadoras de la actual administración, sacando, en muchos casos, a hombres que llevaban larga data ocupando un escaño en el parlamento norteamericano. Señero es el caso de Alexandria Ocasio-Cortez, de origen portorriqueño, residente de Nueva Yok, camarera y militante socialista de la campaña de Bernie Sanders, quien será, a sus 29 años, la congresista más joven de la historia. Se impuso en la primaria demócrata frente a Joe Crowley, un poderoso político tradicional de Nueva York. Otro tanto sucedió en Texas, donde dos latinas representarán a ese Estado. Lo propio sucederá en los estados de Michigan y Minnesota, donde dos mujeres musulmanas, Rashida Tlaib e Ilhan Omar, respectivamente, prometieron luchar contra la xenofobia y la intolerancia étnica en el aparato público. En Nevada, Jacky Rose se alzó como senadora por ese Estado; la otra senadora es de origen latino.

Como ya lo dijimos, Trump cuenta con apoyo mayoritario en el interior de Estados Unidos (donde prima el electorado rural, blanco y conservador religiosamente, aunque con menor escolaridad), contrastando con lo que ocurre en la costa del país, donde se aprecia mayor diversidad étnica, con mayor nivel educacional. Fue allí donde surgieron algunas de las mujeres que hoy ocupan un puesto en el Congreso. El futuro se ve provechoso para el mundo más progresista, por cuanto el número de electores en el mundo rural es de aproximadamente el 17% de la población; el área electoral urbana liberal es del 65%. Jared Polis, abiertamente gay, es el nuevo gobernador de Colorado, tal vez una muestra señera de cómo se está hundiendo el centro más conservador con el que Trump logró llegar a la Casa Blanca.

Del mismo modo, aunque no resultaron triunfadores en estos comicios, sí se puede decir que hubo liderazgos que quedaron en un muy buen pie de cara a futuras elecciones de cargos de representación popular. Tal es el caso de personas jóvenes y carismáticas como Andrew Gillum, un afroamericano que estuvo bastante cerca de coronarse como gobernador del Estado de Florida; o Stacey Abrams, afroamericana también, que luchó en el Estado de Georgia.

Un contrapeso necesario es este que se vivió hace unos días en los Estados Unidos, donde el poder femenino y el de las minorías sacó la voz. Es de esperar que lo ocurrido “contagie” de alguna manera a algunos otros países de occidente, donde están surgiendo liderazgos de carácter populista, retrógrado y conservador, los cuales, en muchos casos, carecen de legitimidad al ser una especie de voto de castigo contra gobernantes y políticos “progresistas” que se han visto involucrados en escándalos de corrupción o reñidos con la ley. El camino comienza a cimentarse. Es deber de todos fortalecerlo y trabajar porque se sostenga en el tiempo.

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