MEDIUMNIDAD
Entre la vasta gama de “vivencias metafísicas” que algunas personas dicen experimentar, resalta la de aquellos que se reúnen en grupo para comunicarse con los espíritus. Incluso he venido escuchando hace un tiempo un neologismo creado para denotarla: mediumnidad.
En estas reuniones, en efecto, hay un individuo –el médium– que tiene la capacidad de sentir y hablar con presencias que pululan en una dimensión diferente a la del plano natural que habitamos. A través de él y no de manera directa, los otros integrantes del conjunto tienen conexión con estos seres.
Es decir, hay quién cree poder comunicarse con los espíritus y hay otros que creen en su creencia.
Mi escepticismo ante este tipo de manifestaciones paranormales se ha visto acrecentado en el último tiempo con la lectura de Alucinaciones (Anagrama, 2013), libro del neurólogo británico Oliver Sacks. Es una antología de la amplia variedad de experiencias alucinatorias que pueden padecer las personas con afecciones cerebrales. Las hay visuales, auditivas, táctiles y hasta olfativas…
Sacks nos muestra el progreso que ha tenido la investigación sobre el cerebro humano en las últimas décadas. Hoy podemos saber que, en ocasiones más frecuentes de lo que uno piensa, nuestra mente es capaz de imaginar, ver e incluso tocar cosas aun cuando no existe nada “ahí afuera” que percibir.
Como ha señalado el mismo Sacks en una entrevista periodística: “Si bien es comprensible que uno pueda atribuirles valor, creencias básicas, o construir narrativas sobre estas, las alucinaciones no pueden proporcionar evidencia de la existencia de seres o lugares metafísicos. Proporcionan evidencia únicamente del poder del cerebro para crearlas”.
