ESTADOS UNIDOS VS CHINA: GUERRA COMERCIAL

Luis de giorgis

Luis de giorgis

Por Luis De Giorgis

Una de las promesas del presidente Trump en su campaña fue la de reactivar la economía de su país, con especial énfasis en los productores de materias primas, como las del medio oeste o las llamadas “del Estados Unidos Profundo”, donde obtuvo una mayor cantidad de preferencias. Para ello desde hace ya un año comenzó a negociar, en su particular estilo, con China por el importante volumen de importaciones que EEUU compra a esta nación.

¿Qué es una guerra comercial? Barry Eichengreen, profesor de Economía y Ciencias Políticas de la Universidad de California, explica que una guerra comercial comienza cuando un país toma acciones para restringir la entrada de uno o varios productos de importación de otra nación o de un grupo de naciones determinado. Va desde subir los aranceles hasta la prohibición de toda la importación de un producto. «Como consecuencia, las naciones afectadas adoptan regulaciones similares en represalia que, posiblemente, provoquen nuevas medidas por parte del primer país», señala.

El conflicto se inició en marzo de 2018, después de que el presidente Trump anunciase la intención de imponer aranceles de 50.000 millones de dólares a los productos chinos bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974, argumentando un historial de «prácticas desleales de comercio» y el robo de propiedad intelectual. ​ En represalia, el gobierno de la República Popular China impuso aranceles a más de 128 productos estadounidenses, incluyendo en particular la soja, una de las principales exportaciones de Estados Unidos a China.

El 1 de diciembre de 2018, durante la reunión del G-20 realizada en Argentina, los presidentes de ambos países acordaron posponer la imposición de nuevos aranceles comerciales por un plazo de 90 días para permitir la reanudación de las negociaciones.

Sin embargo, el 19 de mayo de 2019 Google, siguiendo órdenes de la administración de EEUU, anunció que dejará de proporcionar actualizaciones de su sistema operativo para móviles Android a los propietarios de teléfonos de la marca Huawei, y que las nuevas unidades de Huawei no podrán utilizar las aplicaciones básicas para funcionar (como GmailPlay StoreGoogle maps, etc.). Huawei ha respondido afirmando que generará sus propias actualizaciones, pero la complejidad de diseñar y distribuir un nuevo sistema operativo, la dificultad para que los programadores de aplicaciones saquen una tercera versión de las aplicaciones, etc., ha llevado a generar dudas sobre la efectividad de las intenciones declaradas por responsables de la empresa.

Esta acción instrumentada por Google puede llevar al desmantelamiento de toda la línea de producción de móviles de Huawei, dada la pérdida de credibilidad que supone para una empresa el no poder garantizar que sus teléfonos ya vendidos puedan seguir funcionando, además de las mayores restricciones para los futuros modelos que tuviera listos y en diseño para colocar en el mercado de la telefonía móvil. Por el momento, ningún responsable ni de Huawei ni de Google, han señalado quién debe hacer frente a las eventuales reclamaciones legales por parte de los compradores de los teléfonos ya existentes, ni las que pudiera emprender Huawei contra Google. Se desconoce el impacto económico tanto en la empresa como en el conjunto de propietarios de teléfonos en el mundo.

¿Cuáles son las consecuencias y quiénes son los principales afectados por esta guerra comercial? «El resultado más directo es el aumento de los precios: los consumidores tendrán que pagar más por el mismo producto«, señala Simon Lester desde el Center for Trade Policy Studies. «Si una empresa, por ejemplo, vende autos en Estados Unidos y debe pagar aranceles más elevados para la importación de ese producto, tiene dos posibilidades, o asumir el costo o subirlo para que sea pagado por el que lo compre. Y generalmente, suele pasar lo segundo», detalla. Lo mismo sucede con los exportadores.

De acuerdo con el profesor de la Universidad de California, este tipo de disputas comerciales conducen a la interrupción del comercio y de las cadenas de suministro globales, lo que daña la rentabilidad de las empresas que importan insumos y exportan productos.

“Uno de los principales reflejos es su impacto en la bolsa, dado que los inversores se ponen nerviosos, cuando ven en esto un síntoma de inseguridad. Entonces, caen los valores y también, la confianza del consumidor y de los usuarios», señala el especialista del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales.

La Casa Blanca, no obstante, desestimó que la medida puede implicar una subida de los precios y consideró que, en cambio, puede llevar a una consolidación de las industrias nacionales y a la generación de empleos.

Tras las críticas al anuncio de la subida a los aranceles del aluminio y el acero, el presidente Trump aseguró en un tuit que las guerras comerciales eran «buenas y fáciles de ganar».

La directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, respondió que «nadie gana» en una guerra comercial y vaticinó que un nuevo conflicto de este tipo dañaría el crecimiento económico global.

La tensión de la «Guerra Fría Comercial» que mantienen Estados Unidos y China subió en las últimas semanas y sumó un nuevo episodio este domingo 19 de mayo: Android, el sistema operativo de Google que está instalado en la mayoría de los Smartphone del mundo, decidió suspender sus relaciones con el grupo chino Huawei, una de las empresas consideradas «de riesgo» por Washington. De esta forma, Huawei no podrá acceder más a aplicaciones y servicios propiedad de Google, como Gmail, por ejemplo. Asimismo, la empresa perteneciente a Alphabet deberá detener las actividades que suponen transferencia de tecnologías que no sean públicas (de «open source»), lo que obligaría al fabricante chino a usar solo la versión básica de Android. La decisión llega luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, prohibiera el pasado miércoles 15 de mayo que las empresas de su país usen equipos de telecomunicaciones de compañías extranjeras, por considerar que pueden poner en riesgo la seguridad nacional.

El resto de los países del mundo vemos como se desarrolla esta “guerra comercial” ya declarada y en pleno apogeo –esta semana negando China la exportación de “tierras raras”, insumo fundamental para la fabricación desde productos electrónicos de alta tecnología como teléfonos inteligentes hasta equipos militares, en un movimiento para ejercer presión sobre Washington– sin tener la certeza de cómo terminará esta situación.  Ya experimentamos, eso sí, la caída de los precios de acciones y el alza de precio del dólar, situación que impacta negativamente en nuestra economía chilena, sin considerar aún el impacto final que tendrá esta guerra en la economía de China y, como consecuencia, en la incidencia en nuestra economía dado su carácter de socio económico principal.

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