TIEMPOS DE CRISIS: ¿ESTÍMULO A LA INVESTIGACIÓN?

Ruben Farias ch

Ruben Farias chPor Rubén Farías Chacón

«La crisis se produce cuando lo viejo se resiste a morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer». (Bertolt Brecht, 1898-1956).

Toda crisis resulta de una abrupta ruptura producida en la continua sucesión de acontecimientos, cuya reiteración, por lo general, se ha trasformado en una costumbre personal y/o social de consecuencias imprevistas. Recuperar la normalidad no es —como muchos piensan— retornar al escenario existente antes de la crisis, el que ya ha sido afectado, imposibilitándose ser lo que era y que, en esta otra etapa, ya no puede continuar siendo lo que fue. El hecho, se lo debiera entender, entonces, como la capacidad que cada cual posee para comprender que las exigencias impuestas por la normativa social existente, ya no armonizan la diversidad que existe entre las necesidades y aspiraciones de las personas, por cuanto el criterio social de como esto debiera darse, debiera considerar siempre la perspectiva del desarrollo que integralmente la sociedad requiere.

 

Hasta ahora, ello ha sido una constante en la historia de la Humanidad. Surge como consecuencia de la responsabilidad que el mismo ser humano tiene para comprender que la vida es un permanente desafío que cotidianamente enfrentamos debido a nuestra propia condición de ser, (naturaleza), pero no para superarnos a costa del enfrentamiento con el otro y su eventual eliminación, (¿cultura?). Su  término,  en cambio,

resulta cuando visionariamente grupos de personas logran enfrentar los efectos de situaciones caóticas que debe reordenarse y configurar un nuevo modelo organizativo.

Es interesante entender, además, que toda expresión humana lucha y supera etapas críticas que responden a procesos de desarrollo propios de cada circunstancia vivida, desde lo estrictamente íntimo de la persona y sus relaciones hasta los grandes movimientos sociales. Estos últimos han sido los que, al final, determinan cambios trascendentes que redireccionan los tiempos históricos de toda sociedad de cuyas consecuencias se afectan todas las actividades humanas en sus distintos planos, como lo es lo económico, lo social, lo político, lo religioso, lo ideológico, etc.

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Es por eso que los problemas sociales no terminan, sólo cambian las circunstancias y las causas de sus ocurrencias, sus tiempos de existencia y sus protagonistas ya que, una vez superados surgen otros problemas a cuyo término aparecen los siguientes lográndose, de este modo, la continuación de hechos que dan forma a tipos de sociedades a través de la sucesión de sus propios tiempos. Esto, sin embargo, no ocurre de igual modo con las generaciones, pues, las que en su tiempo les correspondió actuar, por razones naturales pasan de las acciones que en su momento ejercieron, a la pasividad de una diferente etapa de la vida pero que ahora ya es terminal. Tal afirmación es fácil expresarla y entenderla, pero es, sin embargo, difícil de aceptarla.

Pero, ¿qué sentido tiene todo lo anterior si no conocemos las causas de los acontecimientos, sus procesos de desarrollo, las consecuencias de sus proyecciones y las razones de sus términos y/o los comienzos de otros?. Responder a estas cuestiones, forma parte del deseo de saber cada día más acerca de la realidad en la que vivimos y convivimos. Para ello, se debe investigar con el fin de encontrar respuestas y también para aportar soluciones. Pero, ¿a qué tipo de investigaciones nos refiere? A todas, porque cualquier problema que se considere presenta innumerables motivaciones para ser estudiadas en el área de conocimiento y/o del sector que corresponde.

Pero investigar no es el simple deseo de buscar información, memorizarla, difundirla y demostrar, de este modo, lo que se sabe acerca de un hecho determinado. Investigar, a partir de una motivación generada por una crisis, es aprovechar la oportunidad que brinda la existencia de un problema —o varios de ellos— en cuanto al conocimiento que él representa, comprender su dinámica, su desarrollo y los efectos que tendrá en los ámbitos afectados, considerando su tiempo de duración y sus localizaciones espacialesshare information.

Es, en otras palabras, saber cómo se produjo el estado actual de una situación crítica, su avance y anticiparse a las eventuales consecuencias que el o los hechos tendrán. En este sentido, existen significativos avances en las diferentes áreas del conocimiento nacional de las ciencias, las artes, la técnica y la cultura en general, pero cuya relevancia no trasciende en toda su plenitud, siendo esto lo que, precisamente, más falta hace.

Toda crisis deja al descubierto realidades sociales conocidas por muchos, ignoradas por otros pero en general, provocadas por razones humanas que, a través de sus acciones, desperfilan ideas, valores, principios y virtudes que existen en toda persona pero que no siempre se practican. Sabemos que una crisis afecta al conjunto social, pero también sabemos que no a todos por igual y esta sola realidad nos induce a investigar preguntándonos: ¿qué es lo que en realidad ocurre en la vida nacional?; ¿cuál es la razón de la existencia de movimientos sociales que son capaces de paralizar al país reclamando por sus derechos?; ¿por qué existe tanta disconformidad social con el desarrollo actual?; ¿qué ha provocado el sentido clasista de una parte de la sociedad y la odiosa discriminación entre los que más tiene respecto de los que son más vulnerables?; ¿por qué sólo algunos pueden hacer frente a las atenciones médicas, a los fármacos requeridos o a las intervenciones de urgencia y por qué ocurre lo mismo con educación?. Todo esto y mucho más, justifica la necesidad de realizar investigaciones en todas las áreas de conocimiento y, en ambos casos, una vez más, preguntarnos: ¿a qué se debe la debilidad de Estado para no generar políticas públicas que den respuestas a las necesidades que implica un proceso de mejoramiento nacional con visión de futuro?

Una época de crisis nunca será favorable para un bienestar social respetuoso, tolerante y fraterno, porque ella siempre surge al amparo de formaciones educativas carente de valores y, de manera especial, cuando su organización deliberadamente ignora la diversidad y sus potencialidades, no acepta la visión social del desarrollo sino que favorece la visión individualista y de lucro del mismo, considerando la obra humana como algo sin mérito alguno si ella no es un objeto transable en el mercado, o bien, cuando es apoyada por ideologías que distorsionan la realidad con el fin de asegurar la subsistencia de quienes sólo ejercen el poder, etc. ¿Por qué ocurren tales hechos si pasado ya veinte años de este s. XXI, es hasta ahora la época histórica vanguardista de adelantos y progresos científicos y técnicos insospechados, aunque no así en el conjunto de materias psico-socio-culturales cuyas acciones subvaloradas han sido responsabilidad de algunos sectores que sólo los conduce la ambición económica e intereses políticos?.

En nuestra condición de ciudadanos, debemos preocuparnos de estas materias, aportar nuevas ideas, generar espacios de diálogos en dónde no los ha habido, reformular ciertos procedimientos en las organizaciones de actividades que permitan dinamizar la proyección de ideas progresistas y en beneficio de todos. Si expresamos estos ideales en términos de una misión a cumplir, ella debiera hacer sentir nuestra voz, nuestras recomendaciones técnicas y nuestras ideas, principios, valores y virtudes en los ambientes que cotidianamente frecuentamos.

El pasado es una referencia que ayuda a comprender el presente en lo que se ha avanzado y logrado, pero no para vivirlo puesto que ya ocurrió y ahora sólo somos —generacionalmente— integrantes de diferentes tiempos históricos pero que por cierto, debemos seguir conviviendo. Tampoco se trata, sin embargo, de renegar ese pasado, pues entonces careceríamos de las raíces históricas de las experiencias, sus enseñanzas y sus conocimientos. De lo que se trata, en consecuencia, es de comprender lo esencial; la crisis nos ofrece una buena oportunidad para indagar acerca los problemas no resueltos que aún existen y cuya internalización permite contribuir al cumplimiento de los compromisos que cada cual ha aceptado para su vida: definirnos como personas de que contamos con múltiples capacidades para pensar y superar los obstáculos que encontremos.

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