DIÁLOGO ABIERTO

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dialogo abierto2espinoza lolasLa semana pasada  –el jueves 15 de octubre para ser exactos–  se conmemoró el aniversario Nº 176  del nacimiento del filósofo alemán Friedrich Nietzsche. En el Diálogo Abierto de esta semana tenemos la oportunidad de recordar a este importante pensador conversando con RICARDO ESPINOZA LOLAS (Valparaíso, 1967), académico, teórico crítico y filósofo, y autor del libro Nietzsche y el laberinto de Ariadna, que prontamente verá su edición en España.  Doctor en Filosofía por la UAM y catedrático de Historia de la Filosofía Contemporánea de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, el profesor Espinoza ha redactado varias otras obras, destacándose entre ellas Aporías de la democracia (Madrid, Terra Ignota, 2019), NosOtros. Manual para disolver el Capitalismo (Madrid, Morata, 2019), El espacio público de la migración (Barcelona, Terra Ignota, 2019), Conceptos para disolver la educación capitalista (Barcelona, Terra Ignota, 2020) y Hegel hoy (Barcelona, Herder, 2020).

Entrevista de Heber Leal  (Concepción).

 

IL.-  El 15 de octubre de 1844 nace Nietzsche en Alemania, así se cumple un nuevo aniversario de su nacimiento. ¿Qué piensa usted respecto de este acontecimiento? ¿Qué significado personalmente le da usted a este aniversario?

RE.- Nietzsche nació el 15 de octubre de 1844, o sea hace 176 años; yo también nací el 15 de octubre hace 53 años, en 1967; además estamos a 120 años de su muerte, que fue el 25 de agosto de 1900, de la muerte “física”. Nietzsche se fue absolutamente de la existencia en locura total, eso está datado por lo menos el 3 de enero de 1889, pero ya venía en un proceso de enfermedades desde hace mucho tiempo y la locura estaba “ingresando” desde antes en su vida. La pregunta es simple pero a la vez importante. No podemos eludir que estamos en una Pandemia.  Y la Pandemia también en medio de este Capitalismo que yo llamo “hacendal”, en que hay formaciones hacendales que luchan por producir y distribuir capital –y esto a niveles empírico, virtual e inconsciente incluso–. Eso en EE.UU, en Europa y en China, ya no hay izquierda. Solo en Wikipedia o intelectuales que nos creemos de izquierda. Entonces, en este mundo pandémico online vivimos. Es la primera Pandemia online –que estamos viviendo in media res– con cuarentenas, confinamientos, estados de excepción, enfermedades, muertos, miedo, angustia, hambruna, rabia, resentimiento, inseguridad, precarización, estupidez, populismos ridículos, ideologizaciones, instituciones pulverizadas en todo el planeta. El G7 haciendo el ridículo en Italia, Francia, Inglaterra, EE.UU, con índices de contagio y de muerte; y toda la institución sanitaria destruida. Dentro de este panorama, Nietzsche es particularmente interesante. Por lo mismo, terminé de escribir un libro muy extenso sobre el autor alemán en plena Pandemia (y que saldrá por Akal). Y en el ambiente de reflexión actual en el que nos hallamos, pareciera que Nietzsche no tuviese nada que decir. ¿Qué tiene que decir este pensador que se enloquece y que dejó unos “pequeñitos” libros? ¿Un autor que recibe epítetos de loco, enfermo, “demoníaco”, un gran elitista, aristócrata, antisemita, nazi, etc.? Se sabe que el fascismo italiano, que el nacional socialismo alemán y que Heidegger lo hicieron suyo; entonces pareciera ser que es un pensador menor que tiene poco que aportar a la discusión actual y políticamente muy incorrecto.

Pero los libros de Nietzsche son abiertos, performativos, dinamizantes, son explosivos, no sólo son teorizantes, al lector lo dinamizan, lo interiorizan, ¡te tocan! Realmente Nietzsche tiene mucho que decir, no solamente él: Hegel, Marx, Freud, toda la teoría crítica y el psicoanálisis tienen mucho que aportar obviamente sobre lo que está pasando; solo que Nietzsche te permite –como muy pocos pensadores– tener un trato con lo que acontece, con la vida, a través de la propia biografía existencial y material de cada uno. Se trata de un pensador que mientras va escribiendo, él mismo se pone en juego con todo lo que le va pasando en todos los planos de su existencia (político, amoroso, sociales, enfermedades, ceguera, etc.). Él va mostrando lo que le pasan a las cosas y a los humanos; y eso que le pasa a la realidad está en eso biográfico.

 
Y ahí se genera un puente para mostrar que “a pesar del” dolor de la existencia, esta se afirma. Hegel tiene el famoso método dialéctico, el anillo lógico, pero lo que hace Nietzsche es indicar que “a pesar de” todo lo que acontece no hay ningún dios, ni líder, ni lógica identitaria, ni metafísica a la base que nos constituya, solamente tenemos hoy un Capitalismo operando, incluso así en esa existencia horrorosa donde tenemos miedo e inseguridad radical, y que no nos soportamos a nosotros mismos, hay gente que está confinada y no sabe qué hacer, hay gente que ni se soporta en su soledad a sí misma, y hay otro y muchos que si no trabajan no llegan ni a fin de mes, la cosa es radical en la Pandemia (más en Latinoamérica). ¡Incluso así, en ese “hoyo estructural” que somos, con Nietzsche nos podemos dar cuenta de que sí se afirma la vida! Y por eso vale la pena leerlo una y otra vez. ¡Nietzsche hace bien!

Y aunque es un pensador muy joven, y que tiene una obra pequeña comparada con otros grandes cuyos trabajos son monumentales, debe ser el pensador que más obras maestras tiene proporcionalmente hablando. El nacimiento de la tragedia (1872), Humano demasiado humano (1878), La gaya ciencia (1882), Zaratustra I (1883), Zaratustra II (1883), Zaratustra III (1884), y este último libro que no solo es una obra maestra, sino que debe estar dentro de los cien libros más grandes de  la historia, junto con Fausto de Goethe, Don Quijote de la Mancha de Cervantes, Antígona de Sófocles, La divina comedia, de Dante, Ulises de Joyce, etc., y finalmente tenemos el Ecce Homo (1888). Humano demasiado humano y La gaya ciencia te permite mirar el horror  mismo de la existencia y levantarte libremente. Es un pensador que hay que leerlo una y otra vez. Te permite levantarte y pararte diariamente, y por eso en tiempos de catástrofe Nietzsche debe estar absolutamente presente.

IL.- ¿Piensa que Nietzsche tiene vigencia en la actualidad?, ¿sus ideas se pueden aplicar en nuestra sociedad? Se habla mucho del nihilismo de la época y se le atribuye dicho diagnóstico a este autor ¿qué piensa usted sobre ese tipo de vinculaciones?

RE.- En caso de Nietzsche todo es complejo, porque es uno de esos pensadores ahora muy leídos (poquísimo en vida), muy traducido y a veces muy mal traducido también, y por otra parte muy mal leído; entonces se dice  cualquier cosa de  Nietzsche y en torno al nihilismo se dice cualquier tontería. Yo digo que el nihilismo en el que vivimos es el Capitalismo y la Pandemia ha agudizado este nihilismo. La Pandemia es expresión de un virus de segunda: el SARS-CoV-2. Este virus llegó para quedarse, como dijo la canciller Merkel haces meses. Vamos a tener por lo menos un siglo de coronavirus, como antes fue la Pandemia de cólera. Si Nietzsche hablaba del Laberinto de la Modernidad, ahora es el Laberinto del Capitalismo.

Nietzsche veía que el laberinto de la modernidad estaba expresado en ciertos autores que mostraban ciertos momentos de la modernidad, formas de vida, y ese es el problema del nihilismo. Por ejemplo, Lutero con su religiosidad que niega toda la vida; Wagner que genera una representación o una histerización de la vida con fines identitarios nacionalistas; el pesimismo de Schopenhauer, que arranca de la construcción epistemológica de La crítica razón pura, de la cosa en y del fenómeno kantianos, y después de eso la voluntad y la representación, que lo único que ve es la salida por medio de la metafísica estetizante. Nietzsche, en El Anticristo de 1888, lo llama el gran Moloch de la Abstracción y son dos caras de lo mismo: La crítica de la razón pura y  La crítica de la razón práctica de Kant. Esa abstracción en dicotomía, lo que apunta es a una necesidad vacía, mortífera, mortal, donde la naturaleza y el hombre (los dioses) quedan subsumidos en una necesidad ciega, vacía, muerta. Es el pesimismo por antonomasia: todo se nos vuelve en nihilismo.

El nihilismo, hoy en día, es peor que con el que se topaba Nietzsche en su tiempo: ese nihilismo estaba centrado en el yo de la modernidad. El nihilismo de ahora es un yo potenciado, de acumulación, que se mueve en el reconocimiento, donde el éxito es fundamental, la competitividad, la extracción, el narcisismo. Esto es brutal, es el Laberinto del Capitalismo: todos nos volvemos en agentes del capital, no hay aparentemente salida alguna porque toda salida es más construcción de este laberinto. Por eso Zizek dice: no sigan hablando de revolución, porque cuando viene la revuelta el capitalismo muta a un estado superior. Con el Golpe de Estado de Chile en 1973 se constituye el capitalismo más salvaje de la historia, el neoliberalismo, o lo que yo llamo: la hacienda militarizada chapuza.

Ahora con la Pandemia nace el nuevo Capitalismo materno  de las organizaciones,  de los  cuidados, de, por ejemplo, la Banca que viene a salvar a países, empresas y humanos; es impresionante que toda la gente quiere ser salvado por el Capitalismo; entonces las mutaciones son peores. Y, por tanto, el laberinto actual es más grave y más complejo que el laberinto de la modernidad; eso es el nihilismo hoy.

IL.- Nietzsche habla mucho del rebaño, de la comunidad que sigue ciegamente ciertas creencias y contrapone a esta la figura del filósofo como un espíritu libre, un intelectual de cambio y transformación. ¿Cree usted que habría una separación entre el pueblo y el filósofo? ¿Ello puede caracterizar el clima de la académica filosófica y letrada actual?

RE.- Esta pregunta tiene varios juegos que son interesantes. Primero nos encontramos el juego entre rebaño y filósofo, el filósofo como espíritu libre y después el filósofo en relación con la actualidad y la academia. Creo hay que ver el asunto en varios matices.

Una de las crisis de Nietzsche, para entender los cambios de su trabajo o las profundizaciones, los giros, las distancias, su soledad, es esto del espíritu libre, que formalmente aparece en Humano, demasiado humano, obra maestra de 1878, que ya se viene fraguando desde antes, en 1876, cuando toma distancia en cierta forma de Wagner. Nietzsche era como un hijo de Wagner, muy amigo, lo ayudaba en todo. Wagner siempre está presente, incluso estuvo presente en la locura, a nivel inconsciente.

Cuando Nietzsche toma distancia de Wagner ya en el mismo Beyreuth conoce todo el proceso, pues él es parte de la familia wagneriana. Ahí se puede ver que Nietzsche ya no aguantaba más. Está esa cosa de la fidelidad al maestro, publicaba en la editorial imprenta de Wagner, era amigo personal de Cósima, estaba enamorado de ella y ahí se da una relación rarísima. Para ella era su amigo, su compinche que estaba ayudando a su marido, que era un rock star que estaba camino a la gloria, pero Nietzsche la tenía completamente idealizada, rompe su esquema de mujer, era una tremenda mujer. Nietzsche era provinciano, vivió su infancia en Naumburg. Cósima era la hija de Liszt, muy culta, fina, elegante, sabe lenguas,  toca el piano,  sabe de filosofía, etc. Y a pesar de todo eso, Nietzsche se va, y ahí somatiza, comienza con cefaleas y vómitos.

Wagner representaba para él lo dionisiaco. Su Sigfrido tenía mucho de lo dionisiaco por antonomasia, pero ahora estaba envuelto, literalmente, en una empresa, construyendo los mitos identitarios a través de una metafísica rancia  shopenhaueriana para la Alemania recién unificada. No le gusta más todo eso, quiero romper la dicotomía, quiere romper con el Dionisio con corbata de Basilea, pensarlo en otra forma. Ya no quiere ser el hijo/discípulo que ayuda al padre/maestro a consagrar su obra. La visión dionisíaca del mundo, y otros textos estabas siempre dedicados a Cósima. Nietzsche escribió la cuarta Consideración Intempestiva: Richard Wagner en Beyreuth (1876) y se cansó de ser el filósofo orgánico de Wagner, el que construye su gran obra teórica para el compositor, ya no quiere más la Universidad de Basilea, ni a sus amigos, ni familia, ni hermana y menos colegas, no quiere más determinaciones externas. Nietzsche quiere tomar distancia y quiere filosofía, no quiere academia: ojo con la segunda parte de la pregunta. Nietzsche quiere salir de la filología y quiere realmente filosofía. Pese a que lo pasó muy bien por su acceso a la burguesía y a la alta Alemania, deja a Wagner, y también a su familia en Naumburg, deja a sus amigos y deja Basilea y la Universidad. Lo deja todo.

Los filósofos no tienen nada que ver con la Academia. Se aleja de todo el drama representacional, para qué queremos a Wagner, para qué queremos metafísica, entonces Nietzsche quiere filosofía y ahí aparece su concepción del espíritu libre. Se cansa de todo y busca desarrollar a partir de su propia vida la idea de espíritu libre. Peter Gast (Heinrich Köselitz) le edita todos los libros, pues Nietzsche los escribía, por lo general, en quince días (por todas sus dolencias, no podía escribir más tiempo). En todo ese proceso se va a Sorrento con Paul Ree desde octubre desde 1876 hasta mayo del 1877. Ahí Nietzsche empieza a escribir los aforismos del espíritu libre y ahí se da cuenta de que quiere comenzar con la filosofía radicalmente, de allí se inician los aforismos de Humano, demasiado humano. Y Nietzsche  renuncia a la “filología” y a la Universidad; busca ser el espíritu libre. Luego no soporta a Wagner a quien quiere, pero lo encuentra rancio, hablando desde la eucaristía, burgués, cristiano, construyendo una obra horrorosa como Pársifal. Se ve en la necesidad de dejar a los amigos, a sus padres, a Cósima, los privilegios, y se vuelve itinerante para ser libre. En la Universidad lo criticaban mucho por ser wagneriano, pero los filólogos lo criticaban por El nacimiento de la tragedia. Pero era un tremendo libro, hay que salvarlo de la hoguera, y Nietzsche se reconcilia con él al final de su vida. En 1879 se va de la Universidad, después de entrar a los 24 años. Entró gracias a su amistad con el reconocido filólogo Ritschl (él mismo lo avaló para que le dieran el puesto en la Universidad). Entra en 1870 y sale en 1879. A los 34 años  ya deja de trabajar; y ahí obtiene una pensión, austera, por invalidez.

 Y en eso el nombre del libro de 1878 Humano demasiado humano. Un libro para espíritus libres  lo interpreto así: Wagner y Nietzsche, se puede leer Wagner vs Nietzsche, se puede leer una dialéctica: Wagner o Nietzsche, se puede leer Alemania o una nueva Alemania o definitivamente un nihilismo reactivo o un nihilismo activo; vale decir, puro rebaño, pasiones bajas, resentimiento o libertad, creatividad, afirmación de la vida en el dolor; o lo otro es puro juego de negar el dolor y colocarlo en el laberinto representativo de la nueva Alemania que se estaba construyendo…El mismo Nietzsche era ese demasiado humano, pero ahora es el espíritu libre. Todo su entorno lo considera un rebaño que está atrapado por ese laberinto y por sentimientos de segunda, del yo y del juego representativo y resentido. Ese es el juego que la gente se vaya liberando, que la materia es retornante y que hay que retornar afirmando la vida, porque un simple momento, a veces, vale la pena vivirlo.

La filosofía no está en las grandes escuelas de filosofía en Europa ni de Latinoamérica, menos en el mundo anglosajón. Nietzsche sería ahora considerado políticamente incorrecto, en el Capitalismo, en la Pandemia y en la Universidad. Entonces el espíritu libre no está en el filósofo profesional, sino que aparece en distintos pensadores. El espíritu libre es una actitud filosófica de reflexividad, de alta crítica, de austeridad severa, pero, a la vez, creativa, una danza, y burlona. Es ser algo de Altazor, de Zorba o de Falstaff, etc. Y es lo que necesitamos hoy en medio del Capitalismo y bajo esta Pandemia… “a pesar de”…

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