¿TENEMOS LOS CHILENOS UNA BUENA CALIDAD DE VIDA?

columna de opinion¿TENEMOS LOS CHILENOS UNA BUENA CALIDAD DE VIDA?

Ruben Farias ch

Este problema constituye una de las situaciones del desarrollo nacional aún no resuelta. Es difícil suponer la existencia de una calidad de vida social (urbana y rural) si no se considera la heterogeneidad de nuestro territorio. Es por eso que, independientemente del resultado del próximo plebiscito, del 25 de octubre de 2020, las responsabilidades que cada chileno debe asumir en el marco de las decisiones que en el futuro debieran implementarse son interesantes. No todos, por cierto, aceptarán la decisión ciudadana, pero una alta mayoría —y de todos los sectores— debieran comprender que, para evitar la eventualidad de una crisis mayor, es necesario que cada cual deponga la intransigencia de su actuar, compatibilice su forma de pensar a un sentido empático de la interrelación social y ofrezca soluciones que puedan ser consensuadas, aplicadas y, posteriormente, bien reguladas. Si se logra el objetivo, entonces, el conjunto social será beneficiado

 

Lo expresado, sin embargo, requiere comprender la diversidad de las potencialidades biogeográficas del territorio, pues la diversidad ecosistémica de Chile demuestra permanentemente que la carencia de una visión de esta naturaleza genera muchos problemas, al querer implantar condiciones de vida que no responden a los aportes que la naturaleza puede brindarle a una sociedad mal organizada y no siempre bien ubicada en el espacio territorial.

Lo anterior constituiría un buen logro orientado a la definición de políticas de Estado vinculadas, en su debida oportunidad, a las normales legales que corresponde y cuyas formulaciones se establezcan como las bases estratégicas para el desarrollo nacional. Son los casos por ejemplo, de Educación, Salud, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Trabajo, Previsión, etc. pero no perdiendo nunca de vista el sentido ético de lo que es justo y correcto. Esto último, es la base de todo, pues afecta a la dignidad de la persona que no sólo representa a quien es víctima de lo injusto, que se identifica con la impotencia y la debilidad de no poder ni saber defenderse, sino también, a quien consciente y deliberadamente genera dicha injusticia identificándose con el autoritarismo y la perversa arrogancia de no importarle el daño provocado.

Si lo mencionado, sin embargo, se expresara en una real voluntad de cambios, en el tiempo se podría constatar gradualmente transformaciones básicas en las formas de vida de la población. Pero cuando se reflexiona acerca de esta situación, no se trata sólo de saber cómo vive la población, cuáles sus ingresos, sus expectativas, sus esperanzas laborales u otra infinidad de materias, sino que sus explicaciones tiene que ver, además, con una análisis mucho más profundo que interdisciplinariamente contemple a las demás áreas de conocimiento con el fin de encontrar respuestas a la pregunta formulada que, a pesar de lo cual, esto sigue siendo insuficiente si no se aplica verdaderamente a la solución de los problemas sociales bajo la responsabilidad consciente de la institucionalidad del Estado y del sector privado.

En este sentido, la calidad de vida depende ¿sólo del equilibrio entre los aportes de la naturaleza y a partir de ellos la satisfacción de sus necesidades, o es también un problema de relaciones interpersonales en el ejercicio de las responsabilidades de cada cual y cómo el desempeño de una de las partes afecta a la otra?, Me parece que esto último debe ser seriamente considerado porque quienes participan en ella no son cosas sino personas y, en consecuencia, debe comprenderse que una verdadera calidad de vida supone que toda relación humana se establezca armónicamente. Para esto, ser bien educado, tolerante (pero no servil), empático y, por cierto, carente de prejuicios sociales, es fundamental.

La mención de estas generalidades ofrecen una aproximación a un marco conceptual básico para comprender el agrado o desagrado que los chilenos podemos demostrar respecto de la vida que tenemos. Es obvio, sin embargo, que esto es una visión bastante global que no abarca —ni pretende hacerlo— el detalle de cada situación sino, simplemente, aportar una reflexión a nuestro cotidiano presente de vida, no obstante que, según la circunstancia estudiada, puede, por cierto, referirse a los aspectos específicos que se requieran. 

En general, la idea de Calidad de vida es el resultado de las actitudes individuales y de las gestiones institucionales que permiten satisfacer adecuadamente la búsqueda de soluciones a los problemas y necesidades de las personas. Ello tiene que ver con el grado de subjetividad que le permite a cada cual reconocer la internalización de su propio estado de paz interior, en términos de la satisfacción de sus necesidades básicas, sentimientos y de bienestar personal, lo que, por cierto, es el resultado de lo que biológica, psicológica, conductual y socialmente se logra al sentirse realizado en plenitud. Un factor que influye de manera notoria en la demostración de la calidad de vida de las personas, deriva de las condiciones de cómo se posibilita dicha satisfacción en función del entorno inmediato que lo rodea, especialmente el laboral y el conjunto de relaciones interpersonales al que en forma permanente se está expuesto, como son los casos de “disponibilidad, accesibilidad, servicios educativos y formación impartida, calidad de las actividades comerciales, de transporte, de salud, vivienda», etc. Algo similar ocurre con lo que significa el valor asignado a través de las aplicaciones de políticas sociales en cuanto a las construcciones de parques, jardines, arborización de avenidas, etc.

En las actuales condiciones del desarrollo nacional y considerándolo hasta 2019, los problemas que impiden la generación de una buena calidad de vida están provocados, en general, por la escasa voluntad política de enfrentarlos a través de procedimientos legales cuyas aplicaciones no satisfacen a quienes detentan el poder político y económico y lo ejercen de acuerdo a sus intereses. Los problemas de pobreza, inseguridad, discriminación, desigualdades socio económicas, en educación y salud, corrupción, abuso de poder, discriminación de la mujer, problemas ambientales y contaminación, explotación de recursos naturales y todas aquellas situación derivada de las circunstancias de vida que se tienen y que afectan  en diferentes escalas a la comunidad nacional, constituyen una realidad que no puede identificarse con una favorable calidad de vida en la sociedad chilena.

La calidad de vida debe ser el resultado de la aplicación de criterios educativos y valóricos orientados a contribuir a la formación de personas que, a través del ejercicio de sus respectivas responsabilidades socio-laborales y en cualquiera que sea el trabajo que deben cumplir, comprendan que la principal relación que deben establecer en dichas funciones es con los demás pero no a través de un trato informal y carente de empatía sino de colaboración y orientación a quien lo necesite.

Pienso que esto no es mucho pedir: sólo es cuestión de educación.

 

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