Diálogo Abierto

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Entrevista a Sergio Puebla, Médico y Magister en Epidemiología Clínica, por Gabriel Palma Garrido

Hemos tenido un duro inicio de semana. A nivel nacional, se bordean los 14 mil casos positivos por COVID-19, y casi se supera la barrera de los 200 fallecidos. El panorama internacional no es muy alentador pues se han superado los 3 millones de casos, en donde las llamadas potencias mundiales concentran más de la mitad de ellos.
Las incógnitas que todos tenemos acerca del nuevo virus que golpea a la sociedad del siglo XXI ha generado varias especulaciones y controversias respecto a su origen, datos cuantitativos, e incluso respecto a las medidas que deben adoptarse para lograr mantenerlo a raya antes de que se salga de las manos.
Por ello, hemos querido conversar con el doctor Sergio Puebla Molina, Magíster en Epidemiología Clínica de la Universidad de la Frontera y actualmente médico en el Hospital San Pablo de Coquimbo, quien abordó las preocupaciones de la sociedad en distintos aspectos.

 

La prensa mundial viene advirtiendo desde el comienzo de la pandemia que el coronavirus se propaga a una velocidad mayor (o mucho mayor) que la capacidad de diagnóstico de la mayoría de los países, por lo que los registros correspondientes podrían estar severamente alterados. Más aún, hay presunciones que “países serios”, como Alemania, Holanda o Inglaterra, tergiversan voluntariamente el número de víctimas, sin reconocer, por ejemplo, a los pacientes que fallecen fuera de los centros hospitalarios. ¿Cuál es su percepción de esta controversia en nuestro país?

Cuando uno lee la prensa o las redes sociales da la impresión de que estamos en un país que vive una dicotomía ideológica y miran las cifras de la pandemia como un trofeo que debe ser disputado ideológicamente. Vamos a los hechos. Las enfermedades de alto contagio se expanden en sus primeras etapas en forma relativamente predecible si no se toman fuertes medidas para frenar el contagio. En las primeras etapas, si un paciente promedio contagia a otra persona cada 3 días, quiere decir que los casos se duplicarán cada 3 días. Por eso es necesario realizar acciones que retrasen la velocidad de contagio, lo que provoca una disminución en la velocidad de contagiar a otros. Si en promedio un enfermo contagia a una nueva persona cada 10 días los casos se duplicarán cada 10 días. ¿Cuáles son esas medidas? Las ya sabidas: lavarse las manos frecuentemente, uso de mascarilla, distanciamiento social, entre otras. Los modelos matemáticos de predicción de datos son evidentemente una simplificación de la realidad y requieren de información confiable y el azar juega un rol preponderante. El modelo exponencial funciona bien para analizar las etapas iniciales de una epidemia de propagación rápida, pero tiene sus limitaciones. Tal vez el mejor modelo para seguir los casos en Chile es el modelo SIR que toma en cuenta población susceptible de infectar, infectados y población recuperada. Lo que sabemos es que el número medio de casos secundarios contagiados por un caso primario a nivel mundial está entre 2,4-3,8 personas. La tasa de ataque secundario se ha estimado entre un 3 a 10%. La transmisión también es posible desde personas asintomáticas cuya magnitud es desconocida, pero que se estima que al menos es de un 20% según las cifras provenientes de casos en Corea del Sur, país con una alta tasa de testeo masivo, y de los casos manifestados en el crucero Princess Cruises. Este es un dato que no conocemos, por lo que las cifras de contagiados son mucho más de lo que las cifras oficiales reportan. La tasa de pacientes asintomáticos pudiera tener un importante impacto epidemiológico, especialmente en los niños al ser una fuente de contagio oculta en la comunidad. Respecto a la manipulación de los datos, es posible. Pero hay un dato que no es posible de manipular: el que refiere al número de camas críticas utilizadas por enfermos por coronavirus. Este es un dato para seguir.

Sergio Puebla
Pero en ese mismo aspecto, ¿qué opinión le merece que la preocupación económica prevalezca sobre el factor sanitario, lo que está implícito en las políticas de reactivación que muestran gobiernos como el de Trump, Bolsonaro, y de manera no muy distante el de Sebastián Piñera? ¿Es prudente, a su juicio, reanudar las clases presenciales o normalizar la comparecencia de los trabajadores a su lugar de trabajo?

Mi opinión no libre de sesgo es que es lamentable que prime una visión economicista por sobre la vida de las personas. Acá nuevamente aparece la dicotomía. Es cierto que esta pandemia tiene un gran impacto en lo económico para millones de seres humanos. Hay que buscar instancias inteligentes y generosas para disminuir estos efectos negativos. Trump y Bolsonaro no sólo han sido negacionistas de la pandemia, sino que son responsables de la debacle sanitaria en sus países, con declaraciones y medidas sanitarias vergonzosas. En Chile hay una sensación de triunfalismo peligroso, que puede llevar a tomar medidas que pueden costar vidas. Se basan en la premisa de que esta pandemia no se va a detener hasta alcanzar un contagio del 60 o 70% de los susceptibles a nivel mundial o que aparezca una vacuna, ambas cosas pronosticables a varios meses. Reanudar las clases en un tiempo inmediato me parece poco razonable, tomando en cuenta que comienza pronto el frío y comenzarán a circular otros virus muy peligrosos como la Influenza y el Virus Sincicial Respiratorio que ataca preferentemente a los menores de dos años de vida. El hecho de que los niños no estén en la escuela ha retrasado la circulación de estos virus. Se debe tomar en cuenta que los pequeños son los portadores ocultos del coronavirus. Por eso son lamentables las expresiones de los Ministros de Salud y Educación al respecto.

En Nueva York, el 34% de los muertos corresponde a la población latina. A nivel de país (EE.UU.), las víctimas aumentan más rápidamente entre afroamericanos y también entre latinos. ¿Hay en esto un factor genético, o se debe fundamentalmente a las condiciones sociales y de alimentación de las personas, por así decirlo, a la vulnerabilidad de los más débiles?

Es evidente que el mayor impacto lo han tenido las comunidades más vulnerables en Nueva York, y en el mundo. Los factores de riesgo reportados han sido obesidad y morbilidades conocidas como hipertensión, diabetes. No creo que exista un factor genético, sino más bien social. EE. UU. tiene un sistema de salud muy desigual, además que muchos latinos son indocumentados que tienen temor de acudir a los centros de salud. Hay muchas especulaciones. Hay una publicación que está en fase pre print que sugiere que los países sin vacunación sistemática de BCG (tuberculosis) están siendo más afectados por la pandemia COVID-19 pero ha recibido muchas críticas la validez de esta conclusión. Ojo, eso puede suceder en Chile; no es lo mismo enfermar residiendo en la comuna de Las Condes que en otra comuna más vulnerable de Chile. Las posibilidades de acceso a la salud de un habitante de Traiguén o La Pintana o Padre Las Casas o Combarbalá son muy diferentes.

Recientemente se han leído y escuchado muchas fake news respecto a cura, síntomas y origen del Covid-19, incluso varias de ellas provenientes de las autoridades. ¿Cómo es posible, desde el ámbito médico y técnico, combatir o mitigar los efectos de estas fake news? ¿Cuáles son las fuentes correctas para obtener información?

Estas crisis sacan lo mejor y lo peor de las personas y las sociedades. Efectivamente hay muchas noticias falsas, mal intencionadas, que buscan afianzar sus propias ideologías. Afortunadamente existen fuentes confiables: las universidades, grupos de especialidades médicas, a nivel nacional y mundial. Puedo nombrar varias. Los curiosos que quieran seguir la pandemia mundial en tiempo real pueden seguir la página de la Universidad Johns Hopkins. También existe una página chilena que hace algo similar para nuestro país. Desde el punto de vista de las universidades chilenas es destacable el esfuerzo de un grupo de académicos nacionales de la Universidad Católica, Epistemonikos es su nombre, donde es posible encontrar artículos de rigurosidad científica respecto a la pandemia. Personalmente creo que el rol del Colegio Médico es serio y ha estado a la altura de las circunstancias.


Respecto al tema de la post-verdad, ¿qué opina de esta nueva tendencia a definir el coronavirus como «arma biológica perfecta», con todas las implicaciones que esto supone? En efecto, es algo que ha está circulando estas últimas semanas en la prensa y los canales «serios y respetables» de todas latitudes.

Absurdas y propia de quienes quieren ver siempre al otro como un enemigo. La OMS ha descartado estas versiones en más de una ocasión, lo que ha provocado que el propio gobierno de EE. UU. haya retirado la ayuda económica a la Organización. Una nueva infección por Coronavirus era predecible. La comunidad científica lo había alertado, pero los gobiernos nunca escucharon. En la historia reciente hubo dos epidemias causadas por esta familia de Coronavirus que pudieron ser controladas, específicamente por beta Coronavirus, el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) en el 2002 con un total de 8.096 casos con una letalidad del 10%, extendiéndose por 32 países, y el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) en el 2012 con 2494 casos con una letalidad que alcanzó al 34%, comprometiendo a 27 países.

Se habla de una primera línea en el combate contra el COVID-19. ¿Cuánto apoyo han recibido desde el estado para este combate? ¿Hay escasez de insumos o están abastecidos correctamente como indica la autoridad?

Quiero ser lo suficientemente objetivo. Sí existen insumos, sí ha existido insumos requisados en EE. UU., hay falta de proveedores a nivel mundial. Podemos quedar cortos de insumo si los casos superan la capacidad instalada y de respuesta de los hospitales. Es importante aplanar la curva de los casos nuevos.

El ministro de salud Jaime Mañalich ha sido cuestionado duramente por varios sectores de la población debido al manejo comunicacional que ha tomado en este panorama de pandemia. Dentro de la comunidad médica y de la salud, ¿cómo se evalúa al ministro?

No tengo representación alguna de la comunidad médica. Sólo puedo dar mi opinión. Creo que en tiempos de pandemia no hay cabida a la arrogancia ni la necesidad de sacar dividendos pequeños y miserables. Se requiere una mirada país, tomando decisiones eficaces, donde predomine la vida y no las mezquindades económicas. Lo que no quiere decir que no importe lo económico. Se deben buscar soluciones generosas para todos.

¿Volveremos en algún momento a «la vida de antes» o esta experiencia implicará cambios fundamentales en la organización de nuestra sociedad, nuestro sector laboral, nuestras escuelas, nuestros hospitales, etc.?

Por un tiempo largo, un par de años, creo que no. Hace ya un siglo el mundo vivió una pandemia de Influenza con una gran letalidad, que mantuvo el confinamiento preferentemente en Europa, al no existir la factibilidad de traslado que tenemos hoy en día. Hubo dos guerras mundiales y luego la vida como la conocemos no cambió. Lo que debe cambiar es ser más cuidadosos y persistir en las medidas de higiene. Mejorar las condiciones de vida de las personas. Es lamentable como algunos deben vivir en hacinamiento y en condiciones ambientales paupérrimas y que nosotros no quisimos ver simplemente.

 

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