En los años de la Dictadura, yo, con cuatro hijas menores y mujer ingresé ilegal a España, sin trabajo, sin dinero pero atraído por ese país, a poco tiempo de la muerte de Franco. Sufrí los rigores de estar en ese estado. Convalidé mi título de abogado, eduqué a mis hijas, adquirí la nacionalidad española y me integré a esa sociedad trabajando.
Quien lo narra, es Camilo Salvo, abogado, ex parlamentario, ex alcalde y un destacado político originario de Traiguén, quien ha estado comprometido en los últimos años en diversas causas de derechos humanos, en su condición de ex preso político en Isla Dawson y convencido de la necesidad de asegurar derechos sociales y políticos en nuestro país. Recuerda que varias veces debió salir de España y volver, con la angustia de lo que sería de su familia, si el policía de frontera le objetaba el ingreso.
Sobre el debate producido esta semana sobre los inmigrantes, precisa: El término hay que acotarlo para no confundir con refugiados, solicitantes de asilo, apátridas, desplazados internos o víctimas de trata de personas, ya que no hay una definición universalmente aceptada del término “migrante” (y sus derivados: inmigrante y emigrante), por lo que siguiendo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos nos referiremos solo al migrante internacional para singularizar a toda persona que se encuentre fuera del Estado del cual es nacional y, en particular, de un hecho nuevo para Chile que es la presencia en nuestro país de una visible cantidad de personas que llegan en busca de trabajo, en algunos casos calificado y en otros de simple mano de obra, y que se han instalado mayoritariamente en el Norte minero y en Santiago, que en principio fueron de origen peruano, boliviano, argentino y ecuatoriano, siendo también hoy afrolatino y afrocaribeño.
Este fenómeno afirma – que se hace visible en Chile desde el año 2000 en adelante, en general se debe a que las personas migran porque en los lugares en que vivían hay violencia, desigualdad, pobreza, falta de garantía de derechos económicos, sociales y culturales, inestabilidad política o discriminación. La elección de Chile se debe al establecimiento de un sistema democrático que con altibajos tiene como eje el goce de la libertad individual, una mejor situación económica del país en relación a los de orígenes y la estabilidad social de la que somos críticos pero que desde el exterior se aprecia con interés como lo dijo el Presidente del Perú en la ENADE. En el hecho en su mayoría son personas que se ven forzadas a salir.
Aunque muchos piensan lo contrario la cantidad de migrantes en Chile es baja ya que se acerca al 2.5 % de la población, cifra inferior a la de Argentina o Venezuela que llegan al 5%, Mexico 3% y a la de los países de la OCDE que llega a un 13%.
Podríamos decir que Chile no estaba preparado para esta situación que, en sí, no es extraordinaria ni catastrófica. Teníamos una experiencia importante de la colonización europea que se hizo con alemanes, suizos, franceses , italianos dirigida por el Estado que dio buenos resultados y que han formado colonias exitosas hace más de un siglo, cuyos descendientes son chilenos, han ascendido económica y socialmente y, cosa curiosa, muchos de ellos protestan hoy de la llegada de estos extranjeros negros, como en su tiempo protestaron junto a otros chilenos pudientes contra los “turcos“, hoy aceptados social, política y económicamente.
Especifica que el sistema legal chileno que rige las migraciones es el Decreto Ley 1094 del año 1975 período de la dictadura cívico militar, basado principalmente en los principios de la seguridad nacional y en la discrecionalidad de la autoridad administrativa. Es absolutamente inadecuado y debe ser reemplazado. Bajo los gobiernos de la actual Presidenta se han dictado dos instructivos presidenciales que han permitido a los migrantes el acceso a la salud, los niños a la educación y que coordina los distintos órganos del Estado para el establecimiento de un Sistema Nacional de Migración.
Sobre el tema hay que decir algunas cosas concretas, precisa. La migración ha sido necesaria para Chile y continuará. Chile es un país atractivo para los que se encuentran en esa situación y si EE UU endurece su política migratoria vendrá más gente. Sin embargo, debido a la baja de la situación económica, al aumento de la delincuencia, a la sensación de inseguridad que flota en el ambiente, un sector importante de la sociedad chilena, algunos de los sectores más conservadores, y ciudadanos prejuiciosos, culpan a estas personas que han llegado a Chile regular o irregularmente, de ser los causantes de lo que ocurre, de la pérdida de puestos de trabajo, del desorden, de la criminalidad, todo sin ninguna base real ni científica.
Se ha desarrollado un sentimiento discriminatorio, étnico y social que atribuye a la migración todos los problemas de la sociedad chilena. Lo anterior es tomado por los sectores políticos defensores del orden establecido para plantear la idea que se debe proceder con dureza en el ingreso, exigentes en las conductas, discriminatorios en los beneficios y derechos y rompimiento del Estado de Derecho para juzgar y sancionar a los migrantes especialmente si son de color. Los blancos son extranjeros, no migrantes, aunque vengan en igual situación.
Esperemos –dice – que los sectores democráticos de los diferentes partidos políticos, transversalmente, definan sus posiciones en orden a que Chile está abierto a recibir a todos aquellos que por diferentes razones quieran establecerse en el país, a que reciban un trato igualitario, sometidos al Estado de Derecho , a los Tribunales de Justicia y que la autoridad administrativa no proceda discrecionalmente que se respeten sus derechos humanos, que sean sujetos de derecho, iguales con los nacionales, que puedan reunirse con sus familias y que se les reconozco como fundamento los atributos de ser persona humana independientemente de su nacionalidad, ideología, color, lengua, raza, religión, sexo o edad.