¿NEOLIBERALISMO EN CRISIS?

columna de opinion

columna de opinion¿NEOLIBERALISMO EN CRISIS?

Ruben Farias ch

Históricamente, la sociedad humana se ha desarrollado en la permanente aplicación de fórmulas sociales que políticamente logren satisfacer sus necesidades en todo orden de cosas. Se busca una forma ideal de vida, porque la condición humana lo requiere en el marco de sus propias circunstancias generadoras de constantes cambios a través del tiempo.

 A partir de las últimas décadas del s. XX se ha impuesto el enfoque neoliberal del desarrollo social. Su característica se revelaba como una opción a la importancia que adquirió el Estado, más defensor y humanista, durante las convulsionadas décadas de guerras, revoluciones y acuerdos ocurridos durante esos tiempos. La opción neoliberal, en cambio, minimizaba las responsabilidades del Estado en cuestiones económicas y favorecía objetivos destinados al desarrollo en base a la privatización de recursos, en la disminución del gasto de políticas sociales y públicas en general, en el fomento de la libre competencia, en el debilitamiento de los sindicatos de trabajadores, etc. Comprenderá el lector que con el ejercicio libre de todas estas atribuciones, los aspectos de la vida social y cultural pasaban también a expresarse como actividades sujetas a las leyes de la libre competencia sin otro fin que no fuera el de lograr altos niveles de ganancias y sin preverse a tiempo las consecuencias que afectaría al resto de trabajos no necesariamente lucrativos.

Los ideólogos de mayor importancia de esta línea de pensamiento fueron Friedrich August von Hayek (1899-1992) quien sostuvo: “la libertad de elección debe ser más practicada en el mercado en vez de las urnas, la libre elección puede al menos existir bajo un régimen de dictadura pero no bajo una democracia sin límites que no pueden limitarse»[1] y Milton Friedman, (1912-2006) quien, por su parte señalaba que «los gobiernos nunca aprenden; sólo la gente aprende«[2]. Sus responsables políticos de la época fueron Ronald Reagan, (1911-2004) en Estados Unidos, Margaret Thatcher, (1925-2013) en el Reino Unido y Augusto Pinochet, (1915-2006) en Chile, entre otros.

Con el transcurso del tiempo y durante estas dos primeras décadas del s. XXI, se han advertido inquietantes señales de descontentos sociales en gran parte del mundo como consecuencia de los injustos resultados obtenidos de la aplicación del modelo ya indicado. Sin embargo, él se ha seguido imponiendo, a pesar de la existencia de otros conflictos que directa e indirectamente han contribuido a agudizar la crisis global: el problema energético, el cambio climático, los problemas de seguridad ciudadana y la reciente pandemia del COVID 19 que mundialmente también ha afectado a todos los países. Como es predecible, la enfermedad se superará pero, ¿ocurrirá lo mismo con el modelo?; el neoliberalismo ¿podrá continuar, o se encuentra en una franca fase crítica de término que obliga a la búsqueda de renovadas soluciones que puedan garantizar un solidario sentido de justicia?.

Si la realidad del desarrollo de la sociedad ha sido desfavorable, ¿a qué se ha debido esta situación?. Al parecer, las causas surgen de la situación ya descrita puntualizándose, respecto de esto, algunas de las siguientes ideas.

  • A que el Estado pioriza su interés en el mercado, en las empresas y en desiguales grados de competencias lo que favorece la concentración de la riqueza y el empobrecimiento social.
  • A que el incremento permanente de las desigualdades sociales y, por lo tanto, de la pobreza, genera un clasismo irritante y desproporcionado.
  • A que los sectores privilegiados aceptan la globalización en términos de una cada vez mejor oportunidad de comerciar libremente y sin obstáculos financieros de ningún tipo.
  • A que los derechos laborales disminuyen por la aplicación de leyes restrictivas, existencias de ingresos que no satisfacen las necesidades básicas de los grupos familiares, aumentos de despidos laborales, especialmente cuando la tecnología comienza a ser utilizada en funciones habituales de la empresa pero sin que el trabajador sea redestinado a ejercer otras responsabilidades, a la tercerización de variadas actividades, etc.

Situaciones similares ocurren en todos la áreas públicas y, especialmente, ante responsabilidades que puedan ser transferidas al sector privado, debilitándose ostensiblemente el rol del Estado en los campos estratégicamente prioritarios para el desarrollo social como son los casos emblemáticos de la educación, (pagar por saber) y la salud, (pagar por vivir) y considerados por el neoliberalismo más como actos de beneficio social que como derechos humanos.

Este profundo quiebre de la armonía en la convivencia social derivada de la voracidad lucrativa de un modelo ajeno a la razón de ser de la condición humana, está en crisis y no podría ser de otra manera mientras subsista un ordenamiento socio-jurídico que proclame abiertamente la importancia del tener por sobre el ser. Es una crisis institucional, que genera instabilidad en el funcionamiento de la organización y los valores que la sustentan, (corrupción). Es una crisis ética del sistema que, ideada por el hombre, sus aplicaciones atentan en contra de sí mismo, aunque no de los que poseen el capital suficiente obtenido del usufructo de los resultados del trabajo del otro, sino, especialmente de los que ellos mismos marginaron a situaciones de vida que limitan con la desesperación de una perspectiva de vida quizás inalcanzable, (sueldos, pensiones). Es una crisis de legitimidad, que afecta severamente el reconocimiento de la autoridad en el ejercicio de sus funciones políticas al incumplir lo prometido en el marco de las posibilidades que realmente tenía, (distintos tipos de iniciativas legales propuestas como soluciones a los problemas existentes). Es una crisis de confiabilidad, es decir, del marco relacionador que asocia a las personas, sus recursos tecnológicos y su ambiente respecto de su enfoque de gestión y de cuyos resultados se demuestran valores ajenos a lo deseable por la comunidad, (nepotismo, lucro). En definitiva, es una crisis de credibilidad, que ha surgido debido a la ausencia de la necesaria honestidad requerida en la gestión comunicacional y de la información oficialmente entregada por quien y quienes tiene el deber de ser sinceros en las interpretaciones de los hechos que acontecen, (informaciones y estadísticas).

Si se conviene en que el neoliberalismo está en una desfavorable etapa de su desarrollo, debemos preguntarnos entonces, ¿es necesario recuperarlo y continuar su aplicación en lo que realmente se supone que es?; sus bases valóricas ya se conocen; o bien, ¿es conveniente incentivar la creación de otro modelo?, pero, ¿cuál sería?; ¿o sentar las bases para recuperar al Estado benefactor?; ¿o pensar en un sistema económico social, solidario que sea capaz de generar en el tiempo políticas de Estado visionarias del futuro; políticas de gobierno, acorde a las necesidades y a las estructura de cambio requeridas evitando, por cierto, los antivalores ya conocidos, o políticas sectoriales que definan soluciones técnicas y de mérito a los problemas existentes?

La desafortunada experiencia hasta ahora vivida, obliga a replantearse algunas ideas y comprenderlas en función del bien superior de la persona y de la sociedad: evitar intentos privatizadores y de lucro en las actividades cuyos sectores (educación, salud, vivienda y seguridad social) constituyen un derecho y no bienes de consumo; valorar el trabajo en su justa dimensión y remuneraciones asociados a la satisfacción de las necesidades básicas de la persona; fortalecer la banca pública en sus variadas acciones financieras; extender globalmente los derechos de salud sin discriminación alguna; fortalecer la educación pública no sólo en materias técnicas-pedagógicas en cuanto a su calidad y pertinencia, sino también considerando el valor económico del trabajo pedagógico y técnico del sector a través de justos niveles de sueldos equivalente a profesionales de los demás sectores, etc.

En fin, la tarea es ardua pero el país cuenta con un preciado capital humano que debe comprender la importancia de la persona y sus potencialidades al servicio de la sociedad. Así como cada cual cuando estudia obtiene un aprendizaje valóricamente trascendente, su deber ético es proyectarlo en una relación de ayuda solidaria, respetuosa y tolerante en todos los ámbitos: pienso que esto se puede lograr.

 

[1]     https://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_Hayek

[2]     https://fee.org.es/articulos/las-12-frases-más-acertadas-de-milton-friedman/

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