Sapere Aude: ME HA VENIDO UNA IDEA A LA CABEZA

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ME HA VENIDO UNA IDEA A LA CABEZA

Amable lector, me ha venido una idea a la cabeza.  Pero antes de declararla, me he puesto ahora a pensar en lo que he escrito recién.  Porque decimos muchas veces: “me ha nacido una idea en la mente”, “me ha venido una idea a la cabeza”. ¿Qué significa eso de que una idea llegue a la cabeza de uno? 

Los artistas griegos de la Antigüedad sostenían que sus creaciones eran solamente inspiraciones de los dioses (o, mejor, de las diosas). Ellos, cuando cantaban o recitaban, creían ser no más que instrumentos, meras voces a través de las cuales se expresaban las musas. Cuando al comienzo de la Ilíada Homero dice: “Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles” habla a la letra. Apela a Calíope para que esta se digne emplear la lira y la garganta de un mortal en el relato de las proezas del guerrero Aquiles, hijo de Peleo.  Así, pues, si digo que de pronto llegó una idea a mi mente, podría parecer que estoy implicando que alguna divinidad está empleando mi cerebro para pronunciar su discurso.  ¿Qué tipo de laicista sería yo, entonces?  ¿Y qué tipo de intelectual, que no reconoce el progreso efectuado en estos siglos en las investigaciones sobre la creatividad humana? En verdad, a estas alturas del avance del saber, parece que decir “una idea me ha venido a la cabeza” no es más que una soberana incoherencia, un absurdo total. Igual podría haber declarado: “Un Pegaso se metió en mi teclado”.

Por otra parte, hay autores  ­–como George Lakoff, en Estados Unidos, y Emilio Rivano, en nuestro medio–  que nos enseñan sobre las metáforas de la vida cotidiana.  Sin darnos cuenta explícita o conscientemente, cuando hablamos empleamos frecuentemente metáforas y estas impregnan no solamente nuestro lenguaje, sino también nuestro pensamiento.  La metáfora, entonces, no es un recurso que se utilice solo en poesía y retórica (es decir, en circunstancias extraordinarias), sino que conforma una pieza clave en nuestro sistema conceptual ordinario. 

Un ejemplo a punto de lo que nos enseñan estos lingüistas como Lakoff y Rivano es, justamente, decir que “una idea nos ha venido a la cabeza”.  En este mismo sentido, decimos también: “sácate esa idea de la cabeza”; “tiene demasiadas ideas en la cabeza”; “tiene la cabeza vacía”.  Son expresiones comunes, ¿verdad? Seguramente el lector las ha escuchado o expresado varias veces.  La metáfora que impera –como eje conceptual–  en esta forma de concebir lo que piensa (o no piensa) una persona y que se refleja en esta variedad de expresiones es la mente es un contenedor

Lakoff dice que esta metáfora cae dentro de las metáforas ontológicas:  la mente se considera como una entidad, en este caso, un recipiente.  Por eso se pueden meter o sacar ideas de ella.  Y todo un sistema de pedagogía se ha elaborado en torno a una metáfora de esta naturaleza, tomando a la letra esta concepción del conocimiento humano, diseñando estrategias que recorren el espectro de un extremo a otro: desde el “lavado de cerebro” (la limpieza del contenedor) hasta “la letra con sangre entra” (llenando por la fuerza el recipiente).

Y si mi lector se pregunta, a estas alturas, cuál es la idea que me vino a la cabeza, debo decirle que ya llego al punto.  Me vino hace unas semanas, cuando el congreso debía votar la reforma constitucional del retiro del 10% del fondo de pensiones y se decía que, de aprobarse, sería una considerable trizadura del modelo político-económico que nos rige.  Fue primero como un barrunto, como un rumor.  Y ha ido tomando forma más consistente con el correr de los días, viendo como, en nuestro pobre y zarandeado país, el gobierno ha ido perdiendo, cada vez más, el control de los acontecimientos sociales y las autoridades balbucean “argumentaciones radiantes” que ya solamente pocos creen; como los índices de credibilidad y confianza en las instituciones siguen cayendo en las encuestas y como la aprobación ciudadana de una nueva Constitución se avizora triunfante en el horizonte.

Tiene que ver esta idea con el denominado “efecto mariposa”.  No sé si será la versión exacta, pero algo así recuerdo que es la sentencia con que se enuncia su ocurrencia:  “Una mariposa bate sus alas en África y provoca un huracán en Estados Unidos”.  Es decir, nuestro mundo está entrecruzado de relaciones holísticas la mayoría de las cuales no son percibidas por nosotros.  La idea que tuve se refleja al cambiar la sentencia, acuñando una semejante a la vista de los padecimientos sanitarios, sociales y económicos que afectan a mi dolida sociedad y lo que implican para nuestro sistema político: “Un chino bate su lengua en Wuhan, mientras saborea un guiso de murciélago, y ese aleteo provoca un huracán en el gobierno de Piñera en Chile”.

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