COMPROBANDO TEORÍAS IMPROBABLES

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loyolaPor Gonzalo Loyola

Hay disciplinas que pueden comprobar sus hipótesis y teorías en un horizonte muy cercano de tiempo. Por ejemplo, la Mercadotecnia: no tarda mucho en poder evaluar los resultados de una tanda publicitaria de un partido de la selección nacional de fútbol, apoyados en distintos indicadores y redes sociales.

Por otra parte, existen otras disciplinas que, por su naturaleza, pueden tardar mucho tiempo en poder comprobar sus hipótesis y teorías. En esta línea, por ejemplo, la Geodinámica o la Vulcanología pueden tomar varios decenios a la espera de determinado evento natural, como una erupción volcánica o el desplazamiento del eje hidráulico de un río. En muchos casos, el tiempo de espera puede superar la vida del especialista que estudia estas teorías.

 

En el caso del Urbanismo, donde el objeto de estudio es la ciudad, pasa algo similar.

Algunas teorías y conceptos del urbanismo pueden comprobarse en un horizonte próximo, a través de distintas herramientas y factores, como el valor del suelo, el dinamismo inmobiliario, las encuestas origen destino, la saturación vial, entre muchas otras.

Otras pueden comprobarse en un horizonte intermedio de tiempo, a través de parámetros como la segregación social, la satisfacción residencial, la renovación urbana, entre otros.

Y, finalmente, existen otros ejercicios de la disciplina que necesitan de un horizonte de tiempo lejano para poder comprobar sus hipótesis y teorías, tales como las Políticas Nacionales de Urbanismo y la Planificación Urbana, donde para esta última se necesita de varias décadas para apreciar los resultados en su real magnitud.

Sin embargo, existen algunas teorías que son prácticamente inviables de ser comprobadas empíricamente, por la naturaleza de estas, ya que involucran supuestos que bordean lo imposible. Ejemplo de esto es una de las teorías del “centro”, donde se plantea que, si el centro de una ciudad deja de funcionar, el resto del sistema urbano se verá directa e inmediatamente afectado, independiente de la distancia a la que esté del centro.

Esta teoría, que es aplicable no solo al urbanismo sino que a varios tipos de sistema, se acepta como un axioma, o sea, no requiere de comprobación alguna. Esto, porque tan solo plantear un ejemplo sería algo extremadamente irreal y desproporcionado: “…imagínense que cae un meteorito en el centro de la ciudad…” o “…imagínense que el centro fue tomado por alienígenas…”. Cualquier ejemplo aplicable para explicar esta teoría en su totalidad sería irreal, grotesco y más propio del cine clase B que de una hipótesis de Economía Urbana y Urbanismo.

La actual pandemia planetaria, dentro de sus múltiples aristas de análisis, ha proporcionado una serie de escenarios antes impensables, que han permitido comprobar o desechar decenas de teorías e hipótesis de distintas disciplinas (biología, sociología, economía, comunicación, transporte, y un largo etc.).

En este contexto, el urbanismo también ha podido corroborar algunas de sus teorías e hipótesis. Metrópolis en cuarentena total, funcionamiento telemático, barreras y cinturones de control sanitario, sectorización de la ciudad por criterios de seguridad, han permitido poder analizar de manera empírica y tiempo real una serie de supuestos. Entre estos, la teoría del centro antes descrita y, más aún, en nuestra propia ciudad de Santiago.

A pocos días de haber sido levantada la cuarentena en la comuna de Santiago (donde se emplaza el centro funcional, comercial, de servicios, cívico, político – administrativo, y de movilidad de nuestra ciudad) hemos podido ver como esto ha incidido directamente en la reactivación funcional del resto de la ciudad, tanto en las comunas dentro y fuera de cuarentena. Ejes Metropolitanos como Gran Avenida, Independencia, Pajaritos, Vicuña Mackenna y Providencia se vieron inmediatamente sobreexigidos a lo que habían estado en los últimos meses, no solo en cuanto a carga vehicular sino también en cuanto a la intensidad del uso del espacio público y su actividad circundante, desbordando los parámetros planificados.

Estas apreciaciones son, por ahora, de carácter cualitativo. Esperamos, en el horizonte próximo, tener información cuantitativa y datos duros que nos permitan analizar y sacar conclusiones que fortalezcan las futuras políticas de desarrollo y de planificación urbana.

O que, quizás, nos permitan, levantar nuevas teorías e hipótesis urbanísticas, que deberán esperar ser comprobadas ante eventuales escenarios improbables futuros.

Finalmente, una pandemia planetaria no se da todos los días

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