La democracia amenazada

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Sapere Aude  –  Rogelio Rodríguez

 

La Democracia Amenazada                                                                                   rogelio0517                       

A la vista de lo que ocurre en Venezuela con un Maduro autoritario que cada vez castiga más a sus opositores y somete a su pueblo a padecimientos absurdos, de los frecuentes atentados terroristas en los países europeos motivados por el fanatismo religioso islámico, de la brutalidad política y falta de empatía con sus aliados del presidente-empresario norteamericano Donald Trump, y de tantos otros fenómenos sociales reñidos con los valores cívicos más elementales que están ocurriendo en el planeta, no podemos sino preguntarnos con preocupación cuál será el futuro de la democracia.

¡Ah, la democracia! Sistema de gobierno inventado en la antigua Grecia que, con el correr de los siglos, ha ido creciendo, cambiando, adquiriendo rasgos más maduros sin perder sus características iniciales, fortaleciéndose con la creación de nuevos derechos y la defensa de principios más humanistas, extendiéndose desde Europa hacia América, África y Asia, y que en lo que va de este siglo ha empezado a hacer agua también por varios lados, viéndose amenazada por viejos y nuevos enemigos, arriesgándose hoy por su propia fisonomía a incubar en su seno los peligros mismos que pueden destruirla.

La democracia es un entramado complejo de cuestiones que se han ido amalgamando mejor o peor con el paso del tiempo hasta convertirse en el sistema político característico del llamado mundo occidental.  Este sistema político –el peor sistema con excepción de todos los demás, al decir de Churchill–  parece enfrentar hoy la peor crisis experimentada a lo largo de su historia, según nos informa el filósofo y lingüista Raffaele Simone en su libro que destacamos.

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La revolución de 1789  –asentada en los ideales ilustrados de “libertad, igualdad y fraternidad”–  reclamó una democracia igualitaria y radical.  En 1848 se produjo en Europa otra revolución (conocida como la revolución burguesa) que llevó a una democracia esencialmente liberal.  La revolución industrial llevada a cabo desde la segunda mitad del siglo XIX hizo surgir el movimiento obrero, cuya expansión junto a la conquista universal del derecho a voto y el nacimiento de los partidos políticos, le dieron a la democracia un impulso irrefrenable y la impusieron en diversas zonas del planeta.

En estas últimas décadas, el sistema democrático ha consolidado una densa red de estructuras, instituciones y servicios  –parlamento, magistratura, administración, escuelas, fuerzas del orden–  que comportan cargas, funciones y ámbitos de jurisdicción.

Para Simone la democracia no es solo un conjunto de instituciones; citando a John Dewey indica que la democracia “es más que una forma de gobierno; es principalmente un modo de vida asociada, de experiencia conjunta comunicada”.  Simone nos habla de una mentalidad democrática. Y nos dice también que existe una mitología de la democracia: un conjunto de relatos sobre sus ventajas y méritos que sirven para difundir la idea de que en este régimen se reúne lo mejor (paz, libertad, instrucción, bienestar, tolerancia, fortuna personal, etc.) y que por ello es necesario cualquier esfuerzo por conservarla.  Estos tres pilares sostienen la arquitectura de los regímenes democráticos: las instituciones, la mentalidad compartida y los mitos que se han establecido.

Simone afirma que actualmente hay una gran inestabilidad de la democracia y se pregunta: ¿Conseguiremos salvarla?  Aunque luego se plantea otra interrogante: ¿Debemos creer todavía en la democracia?

Su análisis es el siguiente:

“La democracia como paradigma político se basa en un complicado, valiente y genial sistema de ficciones, es decir, de proposiciones impracticables pero cargadas de un encanto irresistible; proposiciones que quien interviene en el juego democrático debe aceptar sin excesivo “curiosear a su alrededor” (…) Pero esa estructura, observada en sus componentes y, por decirlo así, desmontada pieza a pieza, demuestra ser un agregado inestable…  Basta la menor vibración para deshacerlo todo” (pp. 24-5).

Hoy  –impulsados por todos los rasgos que conforman lo que llamamos ‘globalización’–  hemos empezado a curiosear alrededor de los cimientos de la democracia y vamos descubriendo cosas que no funcionan, supuestos que nos parecían evidencias, ficciones destartaladas en vez de construcciones sólidas.  En vez de promesas ciertas nos enfrentamos a metas difíciles.

La democracia está mostrando sus debilidades: crisis de los derechos iguales proclamados por la Revolución Francesa; apropiación de las instituciones por políticos profesionales convertidos en verdaderas castas que inspiran desconfianza, pues ya no representan a sus votantes; gobiernos sobrepasados por las demandas ciudadanas de beneficios que ya no pueden satisfacer; incompatibilidad con nuevas reglas impuestas por un mundo globalizado, en que los poderes financieros se han apropiado prácticamente de todo y en que las fronteras de los países democráticos se abren indiscriminadamente para acoger comunidades de extranjeros que no siempre se integran y que, incluso, son hostiles hacia la mentalidad democrática.

Frente a estas debilidades, no faltan los que se aprovechan de ellas para adquirir poder, para enriquecerse desmesuradamente acrecentando la pobreza de los demás, para violar sistemáticamente las reglas del juego.  Asimismo, enemigos declarados de la “democracia occidental”, como los fundamentalistas teocráticos, utilizan las propias libertades del sistema para ejercer el terror a través de actos bárbaros y criminales.

En medio de toda esta turbulencia, los ciudadanos reaccionan de diferentes maneras: con respuestas extremas, con agresividad, con recelo, con apatía, con desconfianza, con la no-participación y el ausentismo electoral.

Las páginas del libro de Simone son un llamado de atención. Nuestro autor señala que no pretende ofrecer soluciones, sino identificar cómo y por qué se está produciendo la destrucción de la democracia.  Es tarea nuestra  –de todos los que consideramos los valores democráticos como lo mejor que han producido la razón y los sentimientos humanos–  defender esta delicada y necesaria construcción política. Debemos asumir las palabras del escritor mexicano  Jorge Zepeda Patterson al respecto:

“La democracia es un gran invento del mundo moderno, pero es un proyecto aún en proceso. Es frágil, imperfecta y tiene serios problemas de diseño. Pero no tenemos otra alternativa que perseverar en ella, asumir los costos del aprendizaje y profundizarla. Lo demás es el abismo”.

EL HADA DEMOCRÁTICA. CÓMO LA DEMOCRACIA FRACASA, de Raffaele Simone.  Editorial Taurus, Barcelona, 2016

 

 

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