Educación Ambiental y Familia

Por Rubén Farías Chacón

La educación es la opción cultural de mayor importancia que caracteriza el desarrollo de un pueblo. Ello debe considerarse como una actividad socialmente compartida, en la calidad de formación que ofrece y en la diversidad de valores que la sociedad sustenta.

Históricamente siempre se ha pensado —y el argumento aún se mantiene vigente— que la responsabilidad directa de su quehacer, corresponde sólo al sector formal de la educación. Esto es evidente, pero no excluye el compromiso que la sociedad también tiene a través de los diferentes ámbitos sociales involucrados ni de la responsabilidad que indirectamente les compete a sus propios agentes de cambios.

Hoy, sin embargo, las actuales condiciones y dinámica de la sociedad, determinan el reconocimiento de variados otros sectores que, aunque carezcan de trabajos técnicos-pedagógicos directos, también influyen en el proceso educativo.

Ello se refiere, por ejemplo, a las políticas públicas vinculadas a los aspectos económicos, tecnológicos, perfeccionamientos, salud, etc. además del deber obvio que le competen al MINEDUC, las SEREMIS, las municipalidades y, por cierto, a la institución educativa, sus directivos, sus profesionales y personal de apoyo, los padres y/o los apoderados, todos los cuales constituyen parte del proceso de acuerdo a las relaciones contractuales que legalmente representan.

Es por ello que las definiciones de los estilos de desarrollo de cada pueblo, la identificación de sus variadas potencialidades y las diversidades valóricas que sus perfiles históricos han presentado a través del tiempo, no todas consideran a la educación como su idea fundamental de progreso. Las consecuencias de esta visión han significado muchos problemas. Sin embargo, nunca será tarde para comprender que la educación debe ser obligadamente considerada tanto como el fundamento estratégico de mediano y largo plazo del avance de un país, así como también la responsable de todos los tipos de formación y en los niveles que corresponde. El complemento enriquecedor de lo anterior, se encuentra, por cierto, en todas las demás opciones educativas que coadyuvan al propósito indicado .

Ahora bien, considerando el medio ambiente, éste constituye un especial motivo de atracción investigativa. El, presenta enfoques temáticos tanto naturales. humanos como relacionales. De tales realidades, surgen así diferentes tipos de acontecimientos que desafían el futuro de los pueblos. Esta materia es una de ellas que, después del término de la 2ª guerra mundial, en 1945, comenzó a ser gradualmente considerada durante las décadas siguientes.

A partir de los años ´60, esta situación se interpretó como un hecho global que la Conferencia Mundial sobre el Medio Ambiente de Estocolmo de 1972, consideró como el inicio de una época vulnerable asociada a la evolución de la Humanidad, sus pueblos y sus culturas.
Habiendo transcurrido ya dos décadas de este s. XXI, el problema ambiental se presenta como un hecho inquietante a escala planetaria, con los graves problemas ya anticipados y que en la actualidad se le identifica, especialmente con el cambio climático.

Se llega así a comprender la necesidad de formar a las personas a partir de sus primeros años de escolaridad. De este modo, toda nueva generación podrá ir conociendo gradualmente los diferentes tipos de ambientes en los que, vivirán y/o convivirán. Es lo que se conoce como Educación Ambiental. Este enfoque constituye un gran desafío educativo y debe ser estudiado más interdisciplinariamente . De este modo, se logrará la colaboración y comprensión de lo que significan otras visiones y áreas del conocimiento, en el marco de su diversidad y de sus futuras influencias.

La competencia que los diferentes sectores sociales puedan tener en este aspecto, debe permitir fomentar el conocimiento de esta modalidad educativa, la que debe demostrarse a partir de la voluntad de legitimar acciones formativas sobre esta materia en el contexto de un proceso de desarrollo humano sustentable. Es el compromiso que los distintos actores sociales deben asumir, sin excepciones, pero sí en función del ejercicio de las actividades que en sus respectivos espacios laborales les corresponde: velar porque el sistema educativo nacional contemple, se aplique y se enseñe siempre de acuerdo a criterios pedagógicos de calidad, expresada en términos de un enfoque sistémico, de su producción intelectual, de las variedades de sus relaciones y de su permanente enriquecimiento técnico, metodológico y conceptual a través del tiempo.

La variedad de contextos en los que se expresan los problemas ambientales y las consecuencias que de ellos se derivan, trasciende el nivel formal de la Educación, debido a las diferentes dimensiones de compromisos que ello supone en el marco de relaciones sectoriales asociadas a muchas otras actividades. Tales escenarios se refieren a todos aquellos sectores que la sociedad históricamente ha generado como consecuencia de su propia evolución y varían según las condiciones de sus ambientes físicos como culturales. Todos ellos, sin embargo, responden a una causa similar: la calidad de la educación y, por lo tanto, sus efectos en la solución de los problemas, cualesquiera sean sus orígenes, su evolución y la vigencia de sus características.

Uno de estos ámbitos tiene que ver con las obligaciones de la familia que surge al momento de considerar su rol en la formación de su descendencia.

Desde este punto de vista, la concepción valórica de familia se la debe entender como el centro fundamental de expresión del afecto, del respeto y de la ayuda permanente y solidaria que debe existir entre sus integrantes; esto es, el espacio social de amor y de sentimientos en virtud de cuyos valores se perfila la personalidad de todo ser humano en el conocimiento de la naturaleza (física) y de la de la sociedad de la cual formamos parte, (cultura).

Al ser la familia la primera expresión social en la existencia de la persona y, por ende, su primera manifestación de vínculo real, efectivo y afectivo con el medio ambiente en la cual vive, es obvio, entonces, que esta connotación es relevante en la percepción que el niño tendrá respecto de su entorno. Los valores y principios que capte —enriquecidos además con las modificaciones propias de su desarrollo psico-social a través del tiempo— serán los que lo acompañen a lo largo de toda su existencia.

El deber familiar es, por lo tanto, el compromiso que ella asume de reconocer y comprender la existencia del ser humano como un componente más de la naturaleza en sus múltiples manifestaciones de vida (ambiente físico); de ordenamiento territorial y cultural ,(ambiente antrópico); de los cuidados en las condiciones de manejo de los recursos naturales renovables y no renovables, (conservación), y de la voluntad de valorar todo saber en cuanto a la interpretación cultural que ello representa y significa en la formación integral de la persona, (educación). En atención a lo expuesto, es recomendable:

• Que sus progenitores cautelen la veracidad científica-cultural los conocimientos que sus hijos reciben y que ellos realmente logren alcanzar un comportamiento que exprese una visión de mundo valóricamente respetuosa del medio ambiente.

• Que es imprescindible que la familia considere la necesidad de contar en la formación integral de sus hijos con una orientación psico-pedagógica reveladora de la más amplia libertad de pensamiento que exista.

• Que lo anterior debe expresarse en el marco de las propias convicciones y del fomento de los sentimientos culturales esenciales. En esto, tanto el Colegio como la familia deben reafirmar permanentemente los propósitos de asegurar la paz y la armonía que debe mantenerse pese a los contrastes sociales existentes en cuanto a principios, valores, virtudes, edades, actividades, experiencias, etc.

• Que toda relación familiar se manifieste sobre la base de un razonable y prudente ejercicio del principio de autoridad. Este se refiere, en particular, al reconocimiento de la experiencia de quienes tiene la responsabilidad (madre y padre o sus responsables legales) de organizar adecuadamente al grupo familiar, respetando siempre los deberes y derechos de su descendencia e impartiendo sus afectos y cariño en la igualdad de condiciones y pluralidad formativa que todos merecen.

• Que es deseable contribuir, a través de tales condiciones, a optimizar cualitativamente las relaciones humanas, enriqueciendo su expresión educativa y las interacciones que todo ello significa con el entorno.

Se concluye que todo esto se plantea en la perspectiva de fomentar una positiva y favorable visión de mundo que determine un sistema educativo moderno, pero, al mismo tiempo, creador de una cultura libre, plural, sustentable y enriquecida a través de la permanente incorporación de valores científicos, tecnológicos y renovadas visiones humanistas que los tiempos imponen.

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