Por Rubén Farías Chacón.-
Una vez más, Chile se enfrenta a un complejo dilema político1. Ella se define a través de una serie de circunstancias que caracterizan la evolución de su propio desarrollo. Su complejidad proviene de posiciones que, gusten o no, tienden a aplicar un estilo de gobernabilidad que, según los objetivos conocidos, el carácter de administración que se valide como resultado electoral, podría afectar en el tiempo, la mantención de nuestro propio y sensible equilibrio democrático.